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IGNACIO GARCÍA PEÑA primero que se aprende es a leer y a escribir, los griegos reservaban la alfabetización para la adolescencia e incluso la madurez23. Y, aun­ que hablemos de revolución, de un cambio decisivo en la historia occidental, hemos de tener presente su carácter progresivo y pro- cesual. Esto, sin duda, dificulta la reflexión que permite la distancia temporal desde la que nosotros contemplamos estos acontecimien­ tos, aumentando asimismo el mérito de Platón, capaz de anticiparse a las consecuencias a largo plazo de esta revolución tecnológica, de enjuiciar un proceso en el que él mismo se ve inmerso. La democratización de la escritura coincide, al menos en Atenas, con el surgimiento del movimiento sofístico, elementos que contri­ buirán decisivamente, no a acabar con la influencia de Homero, sino más bien a modificarla, ya que la sociedad y los conocimientos han evolucionado notablemente con respecto a los que existían en la época de composición de los poemas. Acrecentada notablemente la confianza en el poder de la razón humana y de las convenciones que puede crear, se busca una cierta desmitificación de las narraciones homéricas, gozando de especial reconocimiento la interpretación alegórica de los mitos, que traduce a un lenguaje conceptual lo que no eran sino imágenes y fabulosas descripciones. Éste es el escenario en el que se encuentra Platón quien, como ya dijimos, es considerado por unos como un revolucionario, por su aparente rechazo de la poesía y los valores tradicionales, mientras otros ven en él a un pensador retrógrado que se opone a la nueva tecnología24. Desde mi punto de vista, no creo que deba afirmarse 23 Hemos de prescindir aquí de la consideración de quiénes accedían a tal educación, pues, aunque conocemos la desigualdad existente entre ciudadanos, por un lado, y mujeres, esclavos y metecos, por otro, además de la importancia del poder adquisitivo de cada cual, no nos importan tanto las cuestiones estrictamente históricas, sabiendo también que con el paso del tiempo la escritura llegó a la gran mayoría de la población. 24 Tanto Reale como Wieland rechazan esta opinión, a pesar de hacer notar la profunda crítica que el filósofo realiza a la escritura, puesto que la toma de con­ ciencia de este hecho le llevó a la construcción de un nuevo género literario que evade, en la medida de lo posible, algunas de las limitaciones inherentes a la pala­ bra escrita. Cf. G. REALE, Platón: En búsqueda de la sabiduría secreta , Barcelona, 550 NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 537-578,ISSN: 0470-3790

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