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PLATÓN Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS DE LA PALABRA sos que componen los antiguos poemas, gozando así de éxito y re­ conocimiento en toda Grecia. Por ello, cree ser uno de los hombres más sabios de cuantos existen, pues conoce todas aquellas cosas sobre las que escribió Homero, y no fueron pocas. Así, Ion cree estar capacitado para la medicina, la construcción de navios y la estrategia militar, dado que todas estas cosas son aludidas en los poemas que con tanta habilidad recita. Pero Sócrates, que en los diálogos plató­ nicos se presenta como el refutador de las falsas creencias, purgará el peor veneno que puede albergar un alma: el creer que se conoce algo que realmente se ignora. El ingenuo rapsoda no es capaz de contestar las sagaces preguntas de su interlocutor, no puede explicar nada al margen de la forma versificada del poema. Repite una y otra vez las estrofas, pero no logra comprenderlas adecuadamente. Con ello, Platón desea introducir una teoría muy común en su tiempo, la de la inspiración, que atribuye a las Musas la capacidad del recitador para declamar miles de versos, pues en realidad son las divinida­ des y estas hijas de la memoria quienes se expresan a través de los rapsodas18. El recitador queda entusiasmado, endiosado, poseído, y ya no habita en él la razón sino que la divinidad se hace su dueña, conduciéndolo a un envidiable estado de locura, de «manía» que lo sobrecoge permitiéndole recitar una cantidad de versos que excede la capacidad humana. Esto es lo que dice Sócrates a Ion: “no es en virtud de una técnica como hacen todas estas cosas y hablan tanto y tan bellamente sobre sus temas, cual te ocurre a ti con Homero, sino por una predisposición divina, según la cual cada uno es capaz de hacer bien aquello hacia lo que la Musa le dirige; uno compone ditirambos, otro loas, otro danzas, otro epopeyas, otro yambos. En las demás cosas cada uno de ellos es incompetente. Porque no es gracias a una técnica por lo que son capaces de hablar así, sino por un poder divino, puesto que si supiesen, en virtud de una técnica, hablar bien de algo, sabrían hablar bien de todas las cosas. Y si la divinidad les priva de la razón y se sirve de ellos como se sirve de sus profetas y adivinos es para que, nosotros, que los oímos, sepamos que 18 El mejor análisis que conozco de este particular fenómeno griego se encuentra en el ya descatalogado: L. GIL, Los antiguos y la inspiración poética, Madrid, Guadarrama, 1967. NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 537-578, ISSN: 0470-3790 547

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