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APORTACIÓN DE SAN BUENAVENTURA A UNA “FILOSOFÍA MEDIEVAL. “Luego la conoce en aquella luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, la cual es la luz verdadera y el Verbo que en el principio estaba en Dios’*55. Los conceptos formados por el entendimiento se han alimenta do, por lo tanto, de una materialidad aprehendida en su mismidad, en la profundidad del propio concepto, y no en la materialidad for mal del fenómeno. Por lo que las categorías que forman los concep tos, las definiciones o términos, tienen un instante ontológico que provocan que el entendimiento pueda formar juicios (ilaciones) de forma necesaria a partir de los términos. Pero el concepto definido que forma la materialidad del concepto no nace de su relación exis- tencial, nacida exclusivamente en el a posteriori de la sensibilidad, sino en la posibilidad a priori de poder captar en verdad el dato (el datum ) -sea sensible o no- a partir de la significatio de la luz que ilumina el proceso de conocimiento; y ello lo explica san Buena ventura desde el esquema del ejemplarismo epistemológico y me- tafísico. El entendimiento, como facultad de la mente que señala el maestro franciscano, nos muestra a un hombre inteligente, todo en sí inteligente, dotado de una mente (no sustancial), siendo parte de un ser completo que opera conocimiento, actuando a la luz de éste, sustentado en un referente metafísico (no se trata de una explicación nacida de una teoría analítica ni mucho menos, pero tampoco de un sujeto cartesiano). Al contrario de lo que pueda pensarse, y desde la óptica de la propia mente, nos encontramos ante un entendimiento fundado, capaz de sugerir, de presentar, de indicar, de orientar... la acción, aquella que será elegida volitivamente. La tercera virtud u operación reside en la facultad de la volun tad (n. 4). La voluntad se define por la operación de la elección y la dirección hacia algo. Pero los actos volitivos se apoyan en el conoci miento (nos referimos a la voluntad expresada aquí que es voluntas rationalis distinta de la voluntas carnis sensualitatis -apetito sen sual- señalada por Pedro Lombardo en una típica distinción sobre 33 I t i n c. 3, n. 3 (V, 304b): “Scit igitur in ilia luce, quae illuminât omnem hominem venientem in hune mundum, quae est lux vera et Verhum in principio apud Deum'\ NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 499-534, ISSN: 0470-3790 531
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