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MANUEL LÁZARO PULIDO Realiza san Buenaventura en estos primeros puntos del capítulo segundo un análisis de la percepción donde la especie recibida es similitud nacida de una impresión compleja. Los sentidos, percibien­ do, reciben el dato sensible y lo van significando a partir de la sensa­ ción de la composición material y formal. En este sentido, la propia percepción supone un primer acto de juicio, como señala en el n. 6. Este conocimiento sensitivo es común a todos los hombres y, por lo tanto, común es, también, a todos, el poder captar de forma entendi- ble -al menos en su primer modo, el modo más vital- las realidades sensibles. Ahora bien, otra cosa será el poder realizar un juicio cientí­ fico. Efectivamente, afirmar que el conocimiento sensitivo comienza por las puertas de los sentidos no supone afirmar que se acabe en ella, sino, al contrario, que es preciso una profundización en la que la mens va a jugar un papel activo, toda vez que el juicio científico precisa de un movimiento superior del alma, pues “ cuando por estos cinco sentidos aprehendemos los movimientos de los cuerpos, somos llevados, como de la mano al conocimiento de los motores espiritua­ les, como por el efecto al conocimiento de la causa”29. Se inicia un camino de comprensión del datum que va de la sensación a la intelección; intelección que supondrá la penetración de los sentidos, ya que la percepción nos ha mostrado, no tanto la sustancia, cuanto la similitud (n. 4). Aquí, la conjunción entre aristo- telismo y agustinismo nos permite comprender la naturaleza abrien­ do la posibilidad del juicio desde las fronteras de la epistemología a las de la naturaleza metafísica y de su fundamento y, por ello, los vestigios nos permiten ver a Dios como espejo30. La captación y per­ cepción sensible nos remiten, de forma ya principiada, a la causa. Es decir, todo ser humano, más allá de su capacidad de formular en su espíritu una formulación científica, es capaz, en su universal per- 29 I b c. 2, n. 3 (V, 299b): 'Homo igitur, qui dicitur minor mundus, habet quinqué sensus quasi quinqué portas, per quas intrat cognitio omnium, quae sunt in mundo sensibili, in animam ipsius.”. 30 Ib., c. 2, n. 7 (V, 3 0 lab): “Haec autem omnia sunt vestigia, in quibus spe- culari possumus Deum nostrum [...] Si ergo omnia cognoscibilia habent sui speciem generare, manifeste proclamant, quod in illis tanquam in speculis videri potest aeterna generado Verbi, Imaginis et Filii a Deo Patre aeternaliter emanantis”. 526 NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 499-534, ISSN: 0470-3790

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