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MANUEL LÁZARO PULIDO nos lleve a profundizar en el desarrollo de la idea. La externalización de la idea originante, deviene por su reconocimiento en lo exterior a nosotros. Por lo tanto, hemos de empezar por la naturaleza. Si el Prólogo nos ha situado en la problemática y la intención de lo que se va a desarrollar, el capítulo primero del Itinerarium presenta su programa (nn. 1-8) e inicia el camino (nn. 9-15). Como hemos dicho, el Itinerarium es una obra muy densa y de planos muy diversos (y complementarios). Es imposible detenerse por el momento. Así que vamos a ir indicando aquellos aspectos que consideramos más interesantes y que reclamen nuestra atención en busca de desvelar el ensayo sobre filosofía de la mente, con los lími­ tes ya expuestos. La invocación a la oración con la que se inaugura el capítulo (n. 1), en el que se hace referencia a la felicidad como el fruto práctico de la acción humana, desarrollada por la fruición como modo de acceso privilegiado al elemento metafísico está en sintonía con lo dicho en el Prólogo. La cita de la obra del Pseudo- Dionisio, De Mystica Theologia, nos sitúa también en el horizonte racional (epistemológico y metafísico) en el que nos quiere situar. Todos los elementos parecen enfatizar la opción por la elección no exclusivamente aristotélica, pero no sólo eso, sino que sitúa al lector en un hontanar neoplatónico más amplio que el meramente agus- tinista. San Buenaventura se hace portavoz de la mística simbólica que interpreta y profundiza los grandes logros agustinistas. Exterior, encuentro interior e iluminación aparecen (n. 2) pero expuestos en una gradación que nos lleva a una elevación en la que la mente tiene que aprender a leer los signos que se le presenta y remontarlos. De este modo, la naturaleza (vestigio), el interior del hombre (imagen) y la trascendencia (idea de la realidad trascendente) son el resultado de un proceso de realización de la mente que va abstrayendo y pro­ fundizando, desarmando la naturaleza de la realidad, para llegar a lo más universal de la misma a partir de tres iluminaciones: materia, inteligencia y arte eterna (n. 3). Este camino arranca en el hic et nunc de la realidad material que es temporal, va remontando hacia la es­ tructura universal que origina todo, el primer principio (eterno) des­ de la realidad eviterna, es decir, creada, pero abierta a la elevación de lo material. Y en este camino, difícil, la mente es el instrumento del sujeto de conocimiento (n. 2). La iluminación sigue el recorrido 520 NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 499-534, ISSN: 0470-3790

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