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APORTACIÓN DE SAN BUENAVENTURA A UNA “FILOSOFÍA MEDIEVAL. de su conocimiento por parte de la mente humana no es una cues­ tión meramente fideísta, sino que, como había mostrado ya anterior­ mente en la argumentación de la cuestión disputada mencionada -y esto pertenece al background de su experiencia docente y acadé­ mica que va a verter ahora de forma que sea entendida por todos-, se trata de un a priori del razonamiento, del pensamiento filosófico tomado en su versión más dialéctica (en el sentido medieval). Ahora bien, lo relevante de este inicio del Prólogo para nuestro interés -que afecta al conocimiento de la mente y la reflexión que se hace sobre ella- es que no se conforma con presentar ya como dado este ob­ jeto de conocimiento, ni se conforma con la dialéctica como forma de pensamiento, sino que ya nos ha informado que el camino es doble: la intuición inmediata de Dios no agota el modo en el que la mente se acerca al Primer principio que es Padre eterno y fuente de conocimiento (Padre de la luz), sino que a Él se accede en la doble vertiente propia de la capacidad humana que nace de la naturaleza y “sobre pasa” en la gracia. San Buenaventura no problematiza el pro­ blema del natural y el sobrenatural al considerarlo un doble orden de conocimiento en el hombre; parte del mismo camino que ha de recorrer la mente, que tendrá que ser capaz ( capax ) de realizar este camino de abstracción y superación. La invocación a san Francisco, que realiza a continuación, como ejemplo humano perfecto de la experiencia de Jesucristo, no sólo es un recurso devocional, sino que indica algo fundamental en la reflexión sobre el conocimiento, algo que es vital en la experiencia franciscana sobre la función del mismo: el conocimiento que nuestra mente va a alcanzar apunta, de forma fundamental, a la realización práctica, lo que podríamos traducir a lenguaje actual y en el discurso que estamos realizando aquí, que no es el único y al que hemos siempre de señalar como relectura, como que la mente y la teoría de la mente, si la hay apuntada en san Buenaventura, es un camino de la mens que nos lleva a la acción. En este caso, una acción que “sobrepasa a todo sentimiento (quae exsuperat omnem sensumTn. 11 Itin ., prol. n. 1 (V, 295a). NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 499-534, ISSN: 0470-3790 509

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