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EL CORDERO SOBRE EL MONTE SIÓN (AP 14, 1-5) de sus significados. Leer es nuestra principal tarea, si de verdad sabemos leer, para lograr desentrañar de la lectura, en este caso de nuestro pasaje, el sentido y el alcance del mensaje teológico que se esconde en todos y cada uno de los significados de este texto. El vidente de nuestro libro ha contemplado una nueva visión celeste, donde vio un Cordero d e p i e , sobre el monte Sión y con Él a los “ ciento cu aren ta y cuatro m il” que tiene el nom bre d el P adre y el nom bre d el Cordero en sus frentes. El vidente percibe una voz que es magnífica por su poder y fuerza y esa voz es aquella de los citaristas que interpretan el cán tico nuevo en honor y alabanza del Cordero. Los seguidores son los verdaderos fieles del Cordero y tie­ nen cuatro características fundamentales, que después explicaremos en nuestro estudio. Ellos son “los qu e no se m an charon con muje­ res, p o rqu e son vírgenes, a c om p añ an a l Cordero d on d e qu iera qu e vaya y son p rim icia s p a r a Dios y p a r a el Cordero. En su b o ca no se encon tró engaño, son in ta ch a b les”. Nuestro estudio quiere explicitar los significados de nuestro pasaje, desde el acercamiento canónico, siguiendo los recursos a las tradiciones judías de interpretación. Ello supondrá, por nuestra parte, saber discernir y delimitar el concepto procedimiento, así como lo que denominamos recurso y también definiremos las diver­ sas técnicas que realiza el autor para mostrar a los lectores al prota­ gonista de la historia narrada por el Apocalíptico, esto es, al Cordero que está d e p ie sobre el monte Sión (Ap 14, 1-5). En p rim er lugar , damos la traducción del pasaje del libro del Apocalipsis (Ap 14, 1-5) y realizamos un pequeño comentario tex­ tual, acerca de algunos problemas de crítica literaria. En segundo lugar , describimos el signo del “ Cordero d e p i e ”, esto es, Resucitado. Esta figura literaria que manifiesta a Jesús de manera evidente muestra un aspecto netam ente cristológico , porque expresa claramente el hecho fundacional, no ya del cristianismo pri­ mitivo, sino de todo el Nuevo Testamento, y matiza, de manera elo­ cuente, la verdad central de la fe cristiana. La divinidad de Jesucristo es patente en este último libro de la Revelación. Junto a la divinidad de Cristo, aparece su obra, la Iglesia. NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 443-498, ISSN: 0470-3790 451

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