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ANTONIO LLAMAS término primicias, tanto para Dios como para el Cordero, como se entiende al final de nuestro pasaje. El nombre es la persona de Cristo. El nombre también es la identidad persona, en este caso, de la Iglesia. La obra de Cristo es la Iglesia, por ello, todos los que llevan escritos el nombre en sus fren­ tes, nos indican la pertenencia a la Iglesia. El hecho de llevar escrito el nombre en la frente, es el acto que se realiza, sin duda, después del bautismo y es un uso judeocristiano relacionado con la con­ cepción del bautismo como agregación a la comunidad mesiánica. La interpretación de la marca del nombre escrito sobre la frente es como el signo de la cruz, tal como existía en la comunidad judeo- cristiana. Los miembros de la Iglesia, los ciento cuarenta y cuatro mil, que tienen escrito sobre sus frentes su nombre (el del Cordero) y el nombre de su Padre, son el Nuevo Pueblo de Dios, poseen también al Espíritu Santo. Aquí se unen cristología y eclesiología formando un todo compacto y homogéneo. 2. Hemos indicado a lo largo de nuestro estudio, la perspectiva eclesial de nuestro texto. La Iglesia está presente en nuestro pasaje, desde unas realidades que nos pueden parecer inéditas. Primero , la pertenencia a la Iglesia se manifiesta claramente en virtud del nombre del Padre y de su nombre, esto es el nombre de Cristo. Segundo , los que pertenecen a la Iglesia, son aquellos que se ocul­ tan, bajo la imagen siempre sugerente, de los ciento cuarenta y cua­ tro mil. Para nosotros, esos cientos cuarenta y cuatro mil conforman la Iglesia universal de todos los tiempos y de todas las épocas, que se alegra, porque contempla en la misma historia que ha llegado el Reino de Dios y de su Cristo. Tercero , la Iglesia, configurada en el monte Sión, no es un lugar físico, ni geográfico, sino que trasciende nuestra propia realidad. Conviene dejar al mismo símbolo hablar de su propia inmensidad, la de ayer, la de hoy, y, la de siempre. La Iglesia está presente en cada creyente, no importa el lugar donde se encuentre, donde habite. Los que pertenecen a la Iglesia son tan numerosos que no se pueden contar y pertenecen a los diversos ámbitos de la historia humana, donde el mismo Dios actúa. Cuarto , la misma Iglesia es la que siempre está dispuesta a escuchar la voz de Dios, manifestada de diversos modos, unas veces, entendida 496 NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 443-498, ISSN: 0470-3790

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