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ANTONIO LLAMAS Rey de las naciones7. La imagen de Cristo como Rey de Reyes y Señor de Señores y con atributos propios de su divinidad está pre­ sente en el libro, así como la cualificación del pueblo salvado por Cristo, que es un Reino de Sacerdotes. Por contraposición, aparecen en la narrativa de la obra la mención de los jinetes que siembran el mal y la catástrofe en la historia. También se describe al Dragón (la Serpiente), las dos Bestias a su servicio, así como la Gran pros­ tituta. Estos símbolos indican que el autor de nuestro libro estaba dominado por algunas cuestiones fundamentales: ¿Quién manda en el mundo, Dios o el emperador? ¿Quién salva de los poderes del mundo, el emperador o Cristo? ¿Están los poderes del mundo por encima de Dios o bajo su control? ¿Intervienen estos poderes en los hombres? ¿De qué manera afronta el libro del Apocalipsis esta rea­ lidad? La saga del Cordero constituye no solamente una base literaria, sino un verdadero entramado teológico en el primitivo cristianismo. Esto lo decimos porque el Cordero, que prefigura a Cristo en el 7 Con estas características, Dios y su Reino, se afirma el Reinado de Dios en la naturaleza cósmica (Sal 28), en el reino de las bestias y monstruos marinos C Sal 89, 11). El mismo Éxodo de Egipto muestra la experiencia que da origen al Antiguo Testamento: Dios es el Rey de Israel y su victoria sobre el Faraón es signo de su realeza eterna (Ex 15, 18). Dios mismo es el que inaugura su reinado en el mundo mediante su Cristo. Se trata del cumplimiento en Cristo del Salmo 2. El Reinado de Dios está presente en el Apocalipsis en las proclamaciones del Reinado ( Ap 11, 15. 17; 12, 10; 19, 6). Las menciones de Dios como Todopoderoso y Rey se aplican al mismo Dios (Ap 1, 8; 4, 8; 11, 17; 15, 3; 16, 7. 14; 19, 6. 15; 21, 22). La potestad de su Cristo se configura en el libro por la presentación de Cristo como Señor y Rey, con una serie de atributos divinos: “ Testigofiel ” “Primogénito de entre los muertos”, “Príncipe de los reyes de la tierra” (Ap 1, 5-6). Cristo también es el Hijo del hombre (Ap 1, 13ss). Cristo es el Cordero degollado , triunfante por su Resurrección, que recibe de Dios Padre el libro de los siete sellos (Ap 5) y dirige sus fuerzas contra los poderes del mundo (Ap 14, 1-5) del que sale triunfador en el combate final (Ap 17, 14; 19, 16). Todos estos títulos indican que en Cristo se han cumplido, todas las prerrogativas veterotestamentarias como Mesías, en una originalidad sorprendente, porque es poseedor de rasgos divinos que le configuran como Dios, ya desde los inicios del cristianismo. Al pueblo de Dios, salvado y redimido por Jesucristo se le concede la calificación de Reino y Sacerdotes, sirviéndose del modelo narrativo del libro del Éxodo (Ex 19, 6). 446 NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 443-498, ISSN: 0470-3790

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