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ANTONIO LLAMAS geográfico, o a la tierra en el sentido que se opone a Dios, esto es, la tierra, como el lugar de la incredulidad. La realidad eclesial está patente en todos ellos y se prefigura en esta metáfora que mani­ fiesta claramente la salvación, realizada por Cristo89. Estos elegidos marchan como un coro triunfante y cantan el cántico de la Alianza. Nadie conoce este canto, nadie ha podido aprenderlo, salvo estos ciento cuarenta y cuatro mil90. 4. LA IGLESIA COMO LUGAR DE SEGUIMIENTO Y DISCIPULA­ DO. SUS CARACTERÍSTICAS Es cierto que, en nuestro texto, se mezclan la realidad cristo- lógica y la perspectiva eclesiológica. Una y otra van íntimamente unidas y no se pueden separar. El seguimiento a Cristo viene especificado en esta última parte de nuestro pasaje (Ap 14, 4-5). En el centro de esta sección conclusiva, aparece el verbo seguir (áKoXoi)0é(o); sobre él descansan todas las características de aquellos que en la Iglesia quieren seguir a Jesús, el Señor y, al mismo tiempo, se convierten en discípulos de Cristo. El verbo segu ir (áKoXoi)0éco) se repite seis veces en el libro del Apocalipsis, aunque no siempre se refiere a los cristianos, sino también al Hades, a los ángeles, una vez se refiere a Dios y, otra, al Verbo de Dios (Ap 6, 8; 14, 4. 8. 9 . 13; 19, 14 Los discípulos son los testigos de lo que Jesús dice y hace. En primer lugar, ser discípulo significa seguirle, esto es, ir físicamente detrás de Jesús con el objeto de aprender de Él; no sólo de sus pala­ bras, sino también de su forma de actuar. En segundo lugar, ser dis­ cípulo consiste en compartir su estilo de vida. En tercer lugar, seguir 89 O. E. AUNE, Revelation 6-16.., 810. Del mismo modo piensa W. J. HARRIGNTON, Revelation..., 146. 90 A. MEN, Au fil de VApocalypse, Paris, Du Cerf, 2003. 91 R. MORGENTHALER, Statistik des Neutestamentlichen Wortschatzes, Zürich, Gotthelf-Verlag, 1958, 70. 478 NAT. GRACIA LVII 3/septiembre-diciembre, 2010, 443-498, ISSN: 0470-3790

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