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EL CORDERO SOBRE EL MONTE SIÓN (AP 14, 1-5) El monte Sión no es simplemente idéntico a la Jerusalén celeste (Ap 3, 12; 21, 2. 10). En el Antiguo Testamento, Sión es el monte santo de Dios, el lugar donde se alza el templo del Señor, la sede de su gloria, la morada en la que Él está presente en medio de su pueblo. Todo el pueblo tiende a Sión y hacia ese monte orientan su oración, allí se dirigen los peregrinos, en esa dirección encauzan su esperanza. El monte Sión como lugar de la presencia de Dios es el centro del pueblo de Dios. San Juan ve en el monte Sión no a Dios, sino al Cordero. El Cordero está de parte de Dios, por su medio está presente y activo Dios mismo. Como Dios en su presencia secreta sobre el monte Sión era el centro para el pueblo de Dios del Anti­ guo Testamento, así el Cordero está presente entre sus fieles en el centro de su comunidad y es el punto de referencia de su fe y espe­ ranza y la fuente de su constancia43. Conocemos cómo el monte Sión prefigura el lugar de la sal­ vación futura, auspiciada por el profeta Joel: Yserá que todo el que invoque el Nombre del Señor se salvará: “En el monte Sión quedará un resto lo dice el Señor, enJerusalén los supervivientes que él convo­ que” Ql 3, 5). El pasaje del profeta habla de supervivientes en Sión, a quienes parece que Dios conserva para la vida. De igual modo, observamos en el contexto próximo de nuestro pasaje en el libro del Apocalipsis, donde se alude a destrucción y muerte (Ap 14, 8. 10. 11. 17 )44. Aunque en nuestro pasaje se refiere a la vida. Porque si el monte Sión prefiguraba la vida, porque en ella estaba la pre­ sencia divina, Dios, ahora la nueva Sión, es la Iglesia donde sobre­ sale el Cordero de pie, es decir, Resucitado y glorioso que lidera a todos los suyos, los ciento cuarenta y cuatro mil. También la apocalíptica judía se hace eco de la esperanza que suponía la llegada del Mesías al monte Sión (ApBar 40, 1-2; 4 Esd 13, 35. 39. 40; 2, 42-47). Nos referimos a un pasaje del libro cuarto de Esdras45: 43 K. STOCK, L’ ultima parola é di Dio. Roma, San Paolo, 1998, 119. 44 F. CONTRERAS MOLINA, El Señor de la vida. Lectura cristológica del Apo­ calipsis. Salamanca, Sígueme, 1991, 296. 45 En realidad, este texto pertenece al libro quinto de Esdras , aunque como dicen los autores, tanto el capítulo 1 y 2 del llamado Cuarto libro de Esdras , perte- NAT. GRACIA LV1I 3/septiembre-diciembre, 2010, 443-498, ISSN: 0470-3790 461

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