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PAZ FRANCO MÓDENES hijos, que han ido creciendo, abandonan el domicilio familiar para iniciar una nueva vida, y aparece la sensación en los padres de nido vacío (Bentosela y Mustaca, 2005; Mella, González, D’Appolonio, Mal- donado, Fuenzalida y Díaz, 2004). En cuanto a los cambios sociales , se consideran de tal importan­ cia que no es posible, en la actualidad, establecer un estudio de la vejez sin entrar en su sentido social (Fernández Lópiz, 2002). Tanto es así, que el proceso de envejecimiento se desarrolla dentro de un contexto social donde las creencias, los valores, actitudes y pensa­ mientos influyen en el comportamiento y adaptación de los indivi­ duos (Muñoz, 2001). Un deficiente control de los aspectos sociales pueden tener como consecuencia un empobrecimiento ambiental en el proceso de envejecimiento, provocando, de forma indirecta, que tanto los déficits cognitivos como emocionales, propios de la edad, se acrecienten (Bentosela y Mustaca, 2005; Schaie, 2003; Giró, 2006). Biológicamente , las personas mayores se organizan en un rango normal de variabilidad interindividual (Mella, González, D’Apponolio, Maldonado, Fuenzalida y Díaz, 2004). Esto significa que, aunque todas las personas tenemos que envejecer, ese proceso de envejecimiento no se produce de la misma manera en todos los mayores. Así, sólo se puede establecer a ciencia cierta cuál es la edad cronológica, lo que entendemos como la fecha de nacimiento. Sobre todo lo demás y la afectación que en cada organismo se produce sólo se puede decir que la forma de envejecer es diferente para cada persona. Se podría esta­ blecer como conclusión que el envejecimiento orgánico no es estado, sino un proceso diferencial de cambio. Para explicarlo de una manera más sencilla, diremos que dos personas con igual edad cronológica pueden desarrollar procesos de envejecimiento diferentes con mayor o menor afectación en sus funciones (Belsky, 2001; Schaie, 2003). Si una cosa es cierta en las personas mayores es su mayor vulne­ rabilidad, aumentado las probabilidades de sufrir desórdenes orgáni­ cos y cognitivos (Díaz, Martín y Peratia, 2006). En este punto, parece acertado diferenciar entre un tipo de envejecimiento normal y patoló­ gico (Muñoz, 2002). El primero se refiere a la decadencia progresiva y normal de los sistemas sensoriales y cognitivos debidos, simplemente, 368 NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 365-397, ISSN: 0470-3790

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