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COGNICIÓN Y FELICIDAD EN EL ENVEJECIMIENTO peñar un papel eminentemente activo basado en los derechos, en la participación y en todos los ámbitos de la vida comunitaria. Como ya hemos comentado, una de las características destaca- bles en el proceso de envejecimiento hace referencia a los cambios que se producen con el paso de los años. Estos cambios afectan a di mensiones biológicas, pero también psicológicas y sociales, como así ponen de manifiesto diferentes autores (Vega y Bueno, 2000; Schaie, 2003; Montañés y Latorre, 2004; Giró, 2006). En cuanto a los cambios fisiológicos que se producen en el pro ceso de envejecimiento, hay que destacar determinadas alteraciones en el funcionamiento de distintos órganos y aparatos. Estos cambios que son totalmente inevitables (Schaie, 2003; Triado y Villar, 2006), y requieren de una adecuada atención en la prevención, promoción, educación y entrenamiento o rehabilitación. Con esto, no sólo se van a minimizar estas alteraciones, sino que, además, puede devolver ca pacidades funcionales perdidas en casos de aparente deterioro (Plan de Atención Sanitaria Geriátrica 2005-2007). Los cambios físicos más importantes que aparecen en el proceso de envejecimiento están re lacionados con la piel como la aparición de arrugas, el cabello con la presencia de canas y calvicie. En la composición muscular, tanto la estatura como el peso disminuyen en torno a los 70 años, aparece una pérdida de masa ósea y un aumento de rigidez en las articulaciones. Igualmente, en el sistema visual y auditivo se presentan alteraciones. En el primero, se produce una reducción para enfocar objetos cerca nos y, en el segundo, una degeneración del oído medio y del nervio auditivo. Éstas dos modalidades sensoriales serán abordadas con ma yor detenimiento a lo largo del presente artículo, dedicándoles un apartado específico. Hemos comentado, también, la aparición de unos cambios psico lógicos cuya importancia es relevante en el proceso de envejecimien to. Después de los 60-65 años, aparecen nuevas situaciones en la vida de las personas mayores. Por una parte, dejan de trabajar como con secuencia de la jubilación (Madrid y Garcés, 2000; Schaie, 2003; Giró, 2004, 2006) y también comienzan a sufrir pérdidas importantes por el fallecimiento de familiares y de amigos. Es el momento en el que los NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 365-397, ISSN: 0470-3790 367
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