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ANTONIO SÁNCHEZ CABACO Ésta es la razón que explica el hecho de la transformación del recuerdo: Aunque se haya vivido un suceso, no necesariamente se recuerda tal y como ocurrió. La magia de la memoria se basa en la combinación de los sesgos, y en la construcción/adulteración de los recuerdos. Ésta es la esencia de un mecanismo tan poderoso -puede mantener información durante décadas- y tan endeble -toma como vividos sueños o experiencias contadas por otros-. En una interesante novela titulada “La memoria inútil ’ señala metafóricamente su autor (Javier Sartí) que los recuerdos son como las cartas de una baraja, se altera su orden en cada reparto. Y aunque no es, en situaciones de normalidad, una reconstrucción completa, sí que existen contaminaciones y transformaciones permanentes de las experiencias vitales. ¿Cuáles son las claves de este funcionamiento paradójico de nuestra memoria y qué implicaciones se derivan? Recordar el pasado equivale a reconstruirlo imaginariamente e imaginar es, a menudo, una forma diferente de recordar. Por tanto, ficción, imaginación y creatividad son tres conceptos que están más próximos de lo que el lego normalmente considera. La falsa idea de que la memoria es la inteligencia de los tontos tiene fácil contraargu­ mentación. Los griegos mantenían que las Musas, las divinas inspira­ doras de las Artes, eran hijas de Mnemosyne, es decir, de la Memoria. Muchos siglos después, Ortega señaló algo semejante ya que para tener buena imaginación hay que tener muy buena memoria. En otro ámbito Osborn, el descubridor del braimnstorming, repite la clave de que una memoria bien surtida es esencial para la creatividad. La memoria, por lo tanto, es un territorio en gran medida desco­ nocido para uno mismo, en el que imágenes fragmentarias de lo vivi­ do y lo soñado se combinan y entrelazan de forma imprevisible. Voy a desmenuzar este argumento central, analizando dos claves: a) El papel de los afluentes de la memoria, porque la memoria cree, antes que el conocimiento recuerde; y b) Los tóxicos de la memoria, ya que ni la memoria se limita a recordar ni la imaginación inventa siempre. El psiquiatra Castilla del Pino, en las primeras páginas de su obra Pretérito imperfecto (adecuado título) reconoce: 344 NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 341-364, ISSN: 0470-3790

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