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ANTONIO SÁNCHEZ CABACO presente, existen otros planteamientos como señala Seligman: No puedes hacer daño al culpable, no perdonándole, pero puedes libe­ rarte perdonándolo. Además, habría que considerar otras dimensio­ nes de lo que implica la autorrevelación como mecanismo terapéuti­ co, ya que el informe del U.S Departent of Health and Human Service describe los beneficios y también los riesgos y costes del proceso. Las pautas de la autorrevelación selectiva o indiscriminada son importan­ tes, porque señala el Informe el papel que tienen elementos contex­ túales, la naturaleza del problema, o las circunstancias y creencias de la persona, entre otras variables, son decisivas para afrontar estraté­ gicamente el proceso. Partir pues de axiomas de aplicación universal sin tener en cuenta dimensiones culturales, ideológicas o morales, es un reduccionismo limitador del proceso terapéutico. Y como ejemplo del énfasis en las dimensiones positivas, repro­ ducimos una de las técnicas utilizadas por Seligman denominada carta de gratitud. El argumento central justificativo es que la gratitud contri­ buye a aumentar la satisfacción con la vida, porque amplía las buenos recuerdos sobre el pasado, no sólo en intensidad y frecuencia, sino en las etiquetas asociadas a los mismos. Así pues, compare el lector la carta anterior con ésta descrita por el propio Seligman ( 2003 , 106 - 107 ) como una estrategia potenciadota del bienestar: “¿Cómo valoramos a una persona? ¿Podemos medir su valor como sifuera un trozo de oro, sabiendo que la pepita de 24 quilates es más pura y brilla más que el resto? Si el valor intrínseco de una persona fuera así de evidente para todo el mundo, no necesitaría pronunciar este discurso. Como no es así, me gustaría describir el alma más pura que conozco: mi madre. Ahora sé que, en este preciso instante, me está mirando, con una ceja arqueada más que la otra. No, mamá, no te han seleccionado por tener la mente más pura. Sin embargo, eres la persona más auténtica y de buen corazón que he conocido en mi vida... Sin embargo, cuando perfectos desconocidos te hablan sobre la pérdida de su mascota querida, me quedo desconcertada. Cada vez que conversas con una persona desconsolada, empiezas a llorar, como si se acabara de morir tu mascota. Ofreces consuelo en momentos de gran pérdida para estas personas. De niña, esta actitud me confun- 356 NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 341-364, ISSN: 0470-3790

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