PS_NyG_2010v057n002p0341_0364

LA MEMORIA REPARADORA: PERSPECTIVA PSICOLÒGICA vosotros. Aún me acosan esas imágenes. Forman parte de mi sufri­ miento. Padecí anorexia. Me concentraba en mi plato y en mis medidas. Y después de enero de 2006, volví con mis crisis de bulimia, como seis años antes, como en cada ruptura amorosa. ¿Por qué? Porque me refugiaba en mis relaciones amorosas para compensar el vacío afectivo que experimentaba. En enero las crisis volvieron con una vio­ lencia desconocida. La destrucción total. ¿Sabes lo que es la bulimia? Pues e trata de llenarse sin parar, sin pensar En una crisis puedo comerme una bandeja e pasteles, una tableta de chocolate, un palto depasta, una pizza y un paquete de cereales con leche. Después, trato de beber agua caliente para dilatar aún más el estómago, hasta dos litros, y luego voy corriendo al servicio para vomitar. Eso es una crisis de bulimia, papá. Luego, siento una vergüenza horrible, una ver­ güenza monstruosa, me desprecio y me odio. Después no podía comer nadapara compensar el exceso, tenía que hacer deportepara sentirme mejor. Ytodo con un tremendo sentimiento de soledad. Si no hubiera pasado esas dos enfermedades tal vez nunca hubiera comenzado la terapia. Pero era algo imposible de vivir., papá. Y, sí, te odiopor todo lo que he sufrido a tu lado. Decía que “había que esforzarse”. Era tu consigna. Yo me esforcé para no ser charlatana en clase, después de la paliza que me diste. Me esforcé para jugar al baloncesto cuando no me gustaba nada. Recuerdo cómo me chillaste porque suspendía el examen de piano, cómo me chillaste cuando no conseguí entrar en la facultad que tú querías, y cómo me exigiste que rompiera con fulián porque yo “no podía con todo”. Me chillaste incluso cuando, a los 20 años, suspendí los exámenes oralesy nopude entrar en la Escuela Central. ¿De verdad teparece normal? Tu comportamiento, tu rigidez, tu violencia tanto física como psicológica...es inadmisible. Como aquel día que estabas enfadado y me tiraste contra la pared. Y todavía me sentí obligada a disculparte. Pero, ¿cuándo me disculpaste algo tú a mí, tú que cedías siempre ante mamá y me decías quefuera buena con ella?” (Tenenbaum, 2009, 169- 170). Es evidente que, en estos planteamientos, queda fuera el meca­ nismo del perdón que va a ser el eje, desde el punto de vista mnésico, sobre el que se articulan cambios en los niveles de felicidad. Aunque defienden que es posible la paz interior sin perdón, que comprender no es perdonar y que la paz es posible, aunque el perdón no esté NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 341-364, ISSN: 0470-3790 355

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz