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LA MEMORIA REPARADORA: PERSPECTIVA PSICOLÒGICA tos que las han provocado (el terapeuta guía al paciente hacia el paciente). - Asumir las propias emociones implica el ser capaces de for­ mular los reproches precisos a los predadores, de forma ver­ bal, escrita o simbólica (la paz es posible, aunque el perdón no esté presente y, por ello, negarse a perdonar, no convierte al paciente en ingrato). Fmto de este proceso elaborativo se conseguiría el “reparenta- miento” que podría visualizarse como aprender a establecer nuevas relaciones de parentesco, ajustar la evaluación de su responsabilidad (evitar la culpabilización), renunciar a las ilusiones (ideas de familia) conservando la libertad. Como ejemplo, reproducimos esta carta que envía una paciente para elaborar el conflicto (Tenenbaum, 2009, 167): ‘‘Mamá, ha llegado el momento de que te escriba esta carta para que sepas mi sufrimiento y todo lo que te reprocho. Admito haber sido víctima de tu maltrato psicológico, y no puedes imaginar lo doloroso que me ha resultado. ¿Por qué, mamá? Por el terror que reinaba en casa, el terror que sentía a que me regañarais por cualquier cosa, el terror ante vuestras espantosas crisis conyugales. Eran violentas y demasiado frecuentes, mamá. Durante todos esos años, mi único objetivo era irme interna al mejor colegio posible para estar lejos de vosotros, para poder estar en paz. Hoy me doy cuenta de que, a pesar de estar en paz en elpresente, conservo losfantasmas del pasado que me impiden vivir serenamente este momento y construir sanamente el porvenir. ¿Te das cuenta del terror en queyo vivía? Te recuerdo, como ejemplo, cuando nos llevabas al colegio por la mañana y no dejabas de regañarnos durante todo el trayecto en coche, día tras día, todos los días... No tepuedes imaginar cuántas veces llegaba llorando al colegio. Tenía que esconderme en los lavabos para recomponerme antes de entrar en clase y no dejar que se mostrara mi pena. ¿Te das cuenta del carácter destructivo de los momentos posterio­ res a las crisis conyugales, cuando te metías en mi habitación para soltarme todas tus historias de pareja, toda tu rabia? ¡Buscabas una oreja complaciente, pero no de alguien neutral, sino de la hija de tu marido! ¿Puedes darte cuenta igualmente de las situaciones de locura por las quepasaste cuando te dije que tenía novio? ¿Recuerdas cómo te NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 341-364, ISSN: 0470-3790 353

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