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FELIPE F. RAMOS porque realismo y simbolismo no son términos que se autoexcluyan. Más aún, el uno incluye al otro. El simbolismo se construye sobre el realismo y éste no tiene sentido sin aquél. Estas afirmaciones nos obligan a revisar y corregir el concepto corriente con el que hemos funcionado hasta ahora identificando lo real con la realidad material, con lo visible, con lo material... Según esta concepción la materia es lo real, más allá de ella no quedaba nada. Esta es la concepción materia­ lista. Lo real desaparece en la medida en que desaparece lo material. Si esto desaparece del todo, también aquello. Según esta mentalidad, teniendo en cuenta que a Dios nadie lo ha visto jamás (Jn 1,18), habrá que concluir que Dios no existe, porque sólo existe lo real, identifica­ do con lo material, con lo extenso y visible. c) Este sistema material definitivo está siendo sustituido por una concepción progresiva y lenta del sistema real. La materia es un in­ dicador, si detrás no hay nada, se convierte en un figurín carente de vida y de sentido. La materia es real si por real entendemos que la materia es simbólica, simboliza, remite a... La materia, en cualquier situación de la misma remite a... ¡Siempre! Lo visible no tiene meta en sí mismo, sino que su meta es lo invisible. El papel de lo invisible o lo material, que es igual, es remitir a lo invisible. Por tanto, lo visible no es terminal, sino solamente vehículo hacia la meta. Es la realidad sim­ bólica de la materia. Aquella persona que, al ver una materialidad, no ve el símbolo, no ve absolutamente nada. d) El sacramento es un indicador que hace referencia a la esen­ cia de las cosas. El “cogollo” de las cosas, su esencia más íntima, no es lo que las cosas muestran o aparentan, es sólo un camino hacia el cogollo. El realismo te lleva al simbolismo. El simbolismo es insepa­ rable del realismo. Esto existe en la materialidad de las cosas; ellas te cogen de la mano y te conducen a lo que no ves, y eso que no ves es justamente lo que ES, porque lo que ves (la materialidad de la realidad visible) es lo que no ves. La materia sólo sirve para remitir a lo REAL. Si esto es así en el terreno material y visible, ¡con cuánta mayor razón puede afirmarse de la realidad simbólica de la Eucaristía! Porque el sacramento es una visión lejana, pero no es lo verdadero. Cuando en 332 NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 267-338, ISSN: 0470-3790

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