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FELIPE F. RAMOS b) Como es sabido, la efusión del Espíritu , era la característica mayor de los tiempos mesiánicos. El Espíritu desciende sobre Jesús convirtiéndolo en sacramento de Dios. A su vez, la Iglesia, constituida en sacramento, puede manifestar esta realidad sacramental mediante acciones estrictamente sacramentales. Estas acciones sacramentales tienen sentido únicamente a partir de la situación escatológica de la salvación de Cristo48. c) Esto nos lleva a la consideración siguiente. Fue precisamente en su muerte cuando Jesús entregó su Espíritu. (Jn 19,30). La entrega del Espíritu por parte de Jesús no es sinónima de su muerte. El evan­ gelista se refiere a la entrega d el Espíritu a aquellos qu e estaban jun to a la cruz , su madre y el discípulo al que Jesús tanto quería, y que, en aquel momento, estaban representando a la Iglesia que estaba na­ ciendo entonces49. d) La degeneración de los sacramentos tiene lugar cuando el Es­ píritu es separado de Cristo, de su obra y de su palabra. El Espíri­ tu, en cu an to princip io vivificante, es inseparable d e los elementos materiales utilizados en el sacram en to. _Esta inseparabilidad se halla fuertemente subrayada en el cuarto evangelio. Existe una relación in­ tencionada entre “la sangre y el agu a qu e brotaron del costado d e Cristo ”(Jn 19,34) y el “entregó el Espíritu ” (Jn 19,30). Debe acentuar­ se, por tanto, la unión esen cial d e la cristología y d e la pn eum atolo- g ía en el tema d e los sacram en tos y en la explicación de la eficacia de los mismos. El “otro” Paráclito o el Espíritu de la verdad (Jn 14, 15) aparece como continuador y sustituto de Jesús. e) El cuarto evangelio establece una unidad tan fuerte entre Je ­ sús y el Espíritu que, según su afirmación tajante, antes de la muerte- glorificación de Jesús “no había Espíritu” (Jn 7,37-39)\ es comunicado desde la cruz (19,30): “Cuando Jesú s lo probó, dijo: Todo b a sido cumplido; e in clin ando la cab eza , entregó el Espíritu ” y a partir de 48 X. LÉON-DUFOUR, O. c., vol II, 114. 49 F. FERNÁNDEZ RAMOS, El Espíritu Santo, intérprete deJesús, en El Espíritu Santo, Salamanca, Publicaciones UPSA, 1996, 41-128. 328 NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 267-338, ISSN: 0470-3790

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