PS_NyG_2010v057n002p0267_0338

FELIPE F. RAMOS Otros dos textos no m enos eucarísticos nos ofrecen Lucas y Juan prácticamente como despedida intencionada de sus respectivos re­ latos. El reconocimiento de Jesús por los discípulos de Emaús tuvo lugar cuando Jesús tom ando el p an , lo partió y se lo dio (Le 24,30}. las palabras entrecomilladas son estrictamente eucarísticas. Aquellos dos discípulos cayeron en la cuenta de que a qu el Invitado desconocido era el Invitante p o r cuya muerte se sentían tan p esarosos y que, a l pa rtir el p an , d esapa reció d e su vista. El texto d e Ju a n (21, 13) se halla dentro de la sorpresa d e los siete p escad o res qu e se h a b ían a fa n a d o inútilmente todo la n och e sin h a ­ b er p e s c a d o nada. La comida preparada por aquel Desconocido que les había dado órdenes para una pesca copiosa desde la orilla, es, sin duda alguna, la celebración de la eucaristía. Jesús pretende inculcar a los pescadores que el éxito de su parea en el mundo, de su pesca en altamar, adquiere todo su sentido y eficacia desde la orilla donde está el Señor. Él no se mezcla directamente en el trabajo apostólico. (Para la comida hay preparado un pan y un pez. En el relato de la multiplicación de los peces (Jn 6,1-13) se habla de cinco panes y dos peces. La comida es la misma. En ambos casos Jesús tomó el p a n y el p e z y se los repartió. La referencia a la eucaristía es evidente. Él no se mezcla directamente en el trabajo apostólico. Pero su ausencia es la de un Presente que da el vigor y la fuerza para seguir echando la red, aunque muchas veces vuelva vacía a la barca27. Antes de que dichos textos mencionados recibiesen la “carga eucarística” que hoy tienen habían sido utilizados para presentar la figura de Jesús como el salvador final de Israel. Con él había llegado a la perfección escatológica el tiempo salvífico de la salida de Egipto: “Nuestros an tepasados com ieron el m an á en el desierto, com o está escrito: Les d io a com er p a n d el c ie lo ” (Jn 6, 31 X Él superaba a Elias (IR 17,2) y era, por tanto, el portador de la salud final. La dimensión 27 E. SCWEITZER, O. c., 1975, 74. 316 NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 267-338, ISSN: 0470-3790

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz