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FELIPE F. RAMOS lo primero. Sólo después puede hablarse de lo ocurrente , de lo que sigue ocurriendo en la experiencia individual. Mientras la muerte y resurrección de la divinidad natural (en las religiones de los miste rios) se repite constantemente y la renovación o consagración de los misterios se repite poco más o menos cada veinte años, el bautismo participa de la muerte de Cristo un a ún ica vez\ “Porque muriendo, murió a l p e c a d o una vez p a r a siempre; p e ro viviendo, vive p a r a Dios (Rm 6,10-11). b) El carácter existencial del pensamiento paulino se expresa más exactamente mediante la fórmula ’’metafísica” (el ser mismo de Cristo participado), que con el recurso a la “mística de Cristo” (que nos situa ría en la experiencia del pensar y del querer, como en Ga 2,19-20). c) En IC or 10,1-13 Pablo lucha con toda su energía contra una valoración material-supersticiosa del bautismo y de la eucaristía. No quiere dejar abierta la posibilidad de que los receptores se conside ren inmunes o inmunizados ante la ira divina (la ira divina es una metáfora que indica la incompatibilidad de Dios con el pecado) por el mero hecho de haber recibido los sacramentos mencionados. Sería algo así como la valoración de los mismos “ex opere operato” mal entendido, sin que el hombre deba aportar nada de su parte para que sean eficaces. Lo contrario, por tanto, a la consideración objetiva auténticamen te sacramental. Al hablar del “bautismo por los muertos” ( IC o 15,29) lo hace de forma irónica, como si los muertos pudiesen beneficiarse de la salud de Cristo, mediante la recepción de un bautismo a su favor, como lo creían los corintios (¿sería una alusión al uso que se hacía en la religión de los misterios?). d) Dando por supuesto que haya sido Pablo quien inventó la fór mula del morir y resucitar con Cristo, también debe aceptarse que lo hizo apoyándose en el suelo firme del cristianismo. Si la imagen pro cede del entorno cultural, no así el contenido. Éste se lo han prestado las comunidades cristianas en las que vivió. e) Lo verdaderamente seguro y antiguo en la concepción de la Iglesia primitiva es la unión d el bautismo y la recepción d el Espíritu 312 NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 267-338, ISSN: 0470-3790
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