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FELIPE F. RAMOS el cristianismo. De ahí que la primitiva comunidad cristiana llamase a Juan “el precursor”. Lo que distingue a Jesús de la predicación del Bautista es que el consumador divino es también el hombre Jesús. Esta teofanía es precursora del bautismo cristiano que, comenzada en el momento inicial, se desarrollará a lo largo de toda la vida y al­ canzará su culminación en el más allá del tiempo. 2. En la comunidad cristiana a) El bautismo se administró desde muy pronto. Este acto expre­ saba sintéticamente lo que debía hacer el hombre como respuesta a la acción de Dios: “¿Qué hemos de hacer, hermanos? Pedro les contestó: “Convertios y haceos bautizar en el nombre de Jesucristo para con­ seguir el perdón de vuestros pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hch 2,38 ; otros textos no menos importantes son los siguien­ tes: Hcb 8,12; Rm 6,3; ICo 12,3). Los textos citados nos acercan a los años 30. b) Este hecho no puede derivarse exclusivamente de la influen­ cia del bautismo de Juan. La misión encomendada por Jesús a sus discípulos era inseparable de la orden de bautizar. Así lo dan a enten­ der los textos más claros, incluso contando con una formulación muy teologizada de los mismos: (Mt 28,18-20; Me 16, 16). c) La comunidad cristiana original entendió que la peculiaridad del bautismo cristiano consistía en que se administraba en Cristo o en el nombre de Cristo o de Jesús. El “nombre” significa toda la persona y la eficacia de la misma; incluye, por tanto, al Padre, iniciador de la obra de la salvación, y al Espíritu, vivificador de la misma: “Mas cuan­ do creyeron a Felipe, que les anunciaba el reino de Dios y el nombre deJesucristo, se bautizaban hombres y mujeres”(Hch 8 ,12\ nótese el paralelismo entre las dos realidades subrayadas)16. 16 J. BETZ, Bautismo , en Conceptos Fundamentales de la Teología, Madrid, Cristiandad, 1966, 190-192. 304 NAT. GRACIA LVI1 2/mayo-agosto, 2010, 267-338, ISSN: 0470-3790

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