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FELIPE F. RAMOS en concreto, a la escatología joánica tiene unas limitaciones que han sido puestas de relieve muchas veces. La terminología aceptada por Dodd parte del hecho de la irrupción del tiempo final en el momento presente. Pero, por otra parte, resulta excesivamente imprecisa a la hora de valorar dicha irrupción. ¿Este tiempo final ha irrumpido en el presente de tal modo que ha logrado ya su “realización” total? ¿Qué espera el creyente del futuro si su esperanza está ya “realizada”? Estos y otros interrogantes han sido y pueden ser explicados satisfactoria­ mente desde la fórmula de Dodd. Son necesarias, no obstante, aclara­ ciones y precisiones: escatología realizada y realizándose, escatología realizada pero no consumada, escatología realizada pero no final... La necesidad de estas u otras explicaciones y precisiones hablan de la insuficiencia de la fórmula de Dodd utilizada de forma absoluta. Escatología actual y presente. Utilizamos estos dos calificativos que también han proliferado frecuente e indistintamente. Pretenden definir la escatología joánica acentuando su especificidad en contra­ posición con la escatología sinóptica. Y, en parte al menos, paulina, que tanto esperan de ese drama cósmico-apocalíptico del futuro. Creemos que tampoco esta terminología hace justicia a la escatología joánica. Es cierto que en el cuarto evangelio se acentúa la presencia de la salud de una forma que no tiene precedentes en el cristianismo de los orígenes. No obstante, esto no justifica el calificativo de “pre- sente-actual” dados a la escatología joánica. Los calificativos serían sencillamente inadecuados. Equivaldrán a cerrar las perspectivas en relación con las afirmaciones del futuro. La escatología personalizada de P. Rica puede resultar más ade­ cuada en orden a definir la especificidad de que hablamos. El califi­ cativo nace del significado verdaderamente central que la persona de Cristo tiene en la escatología joánica. La deficiencia, notable a nuestro modo de ver, de este calificativo está en su parcialidad. La centralidad de la persona de Cristo en el cuarto evangelio está fuera de toda duda. Pero esta centralidad puede constatarse igualmente en el resto de la literatura neotestamentaria. Es preciso tener en cuenta otros aspectos que en la escatología son esenciales. 298 NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 267-338, ISSN: 0470-3790

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