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VIDA CRISTIANA Y EXISTENCIA ESCATOLÒGICA su integridad; de que la gratitud debida a nuestro Creador y Redentor deben mantenerse en la coherencia de la conducta adecuada. Quien no acepta esta magnífica oferta divina manifestada en un concepto de “juicio” como el que acabamos de exponer, prescinde de ella, la rechaza, organiza su existencia anclándola en el presente, renunciando a un futuro esperanzador, aferrado a su “existir” sin el anhelo de llegar a “Ser”. Y cuando uno muere dentro de esta óptica del “existir” (viviendo la vida...), no ha llegado a la otra que es la verdaderamente duradera, la del “ser”. No pasa del existir al ser. No da la talla exigida. Al no pasar a la eternidad del ser se queda en un existir anhe­ lado y caduco, y eso es lo que llamamos infierno , lo que no es o, lo que es igual, lo que no participa de la vida de Dios. Afirmar una inmortalidad platónica sería un infierno más torturador que el del fuego de las calderas de Pedro Botero atizadas debidamente por de­ monios especializados en mantener la temperatura requerida como fogoneros bien entrenados. No sería necesario aumentar la temperatura de la caverna y man­ tenerla a determinados miles de grados de calor. Los posee la caverna en sí misma. Evangélicamente hablando la alternativa a la vida, la luz, la verdad, la bienaventuranza... es la muerte, las tinieblas, la mentira, la desdicha. Lo opuesto a la plenitud es el “vacío total”, la solemnidad estremecedora del que se ha quedado a solas consigo mismo y desnu­ do, con las características marcadas por el alejamiento de Dios, como ya se nos describe en el Génesis 3,10 y siente la vergüenza infinita de no poder relacionarse con nadie. El pensamiento del juicio nos sitúa en el centro de la revelación, de la manifestación de Dios en Cristo. Por consiguiente, quien organi­ za su conducta moral desde el miedo que el juicio suscita, no cumple el mandamiento principal de la Ley, el del amor (Mt 12, 29-30). La importancia que el NT da al pensamiento del juicio pretende, ade­ más, sacudir al hombre de su somnolencia y apatía, recordándole su NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 267-338, ISSN: 0470-3790 291

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