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FELIPE F. RAMOS Hay dos buenas razones para ello: una pedagógica ya que, con diversas variantes, es el método utilizado por los hombres para dic taminar sobre la inocencia o culpabilidad de alguien. De este modo se puede hablar, de una manera inteligible, de la sentencia divina decisoria sobre el destino del hombre. ¿Puede inculparse a alguien este esfuerzo pedagógico, mucho más serio de lo que a primera vista pudiera parecer? ¿No deberíamos, más bien, agradecer el intento de ofrecer una descripción comprensible de un hecho misterioso? No olvidemos que estamos ante una imaginería muy rica y, a la vez, muy enraizada dentro de los simbolismos naturales o convencionales entre los hombres. La otra es de tipo bíblico-teológico y pretende acentuar la certe za del juicio y la seriedad del mismo. De ahí el recurso al tribunal y, sobre todo, a la prueba inequívoca del libro de la vida y de los demás libros abiertos. En cualquier institución o empresa la garantía de que no se omite nada importante y se recoge todo lo sobresaliente nos la ofrecen los libros de contabilidad llevados con el máximo rigor posi ble. En los libros queda todo consignado. Nadie puede negar lo que allí está escrito, bien sea a favor o en contra de cada uno de los “traba jadores” de la institución o empresa. ¡Lo escrito se lee! c) Funcionalidad de las metáforas aludidas Ellas nos llevan a lo esencial. El juicio divino, la evaluación progre siva y la última es la consecuencia necesaria del NT, de la predicación de Jesús, del evangelio como tal. Resulta, además, muy consolador para el creyente. Eljuicio nos habla de la oferta de la gracia del per dón-, del interés de Dios por el hombre; del desenmascaramiento que hace Dios de la doblez y de la hipocresía humanas; de que las razones de nuestra respuesta positiva a Dios no deben ser sólo las financieras, la retribución que esperamos, sino la realización plena del ser huma no en el macrocosmos de la voluntad divina regaladora de la misma; de que no seremos engañados hasta el final, porque Alguien, que conoce, que conoce muy bien los secretos de los corazones, establece la claridad y la transparencia como norma para evaluar al hombre en 290 NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 267-338, ISSN: 0470-3790
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