PS_NyG_2010v057n002p0267_0338
FELIPE F. RAMOS comienza en el tiempo inmediatamente posterior a la partida de Jesús de entre los suyos, cuando él vuelva a ellos en Pascua-Pentecostés y, como es evidente en el cuarto evangelio, en el Espíritu-Paráclito. Será entonces cuando los creyentes le conozcan sin necesidad de utilizar enigmas ni imágenes. La “hora”, proveniente del mundo apocalíptico, es, al mismo tiempo, el fin del lenguaje apocalíptico y el comienzo de un anuncio claro y perceptible. Precisamente por eso, la hora que viene ya ha llegado (5,25). En esta sección (5,24-27) suena todo el argot de la escatología judía y también cristiana: “hora”, “oír la voz”, “muertos”... evocan la actividad judicial del Hijo del hombre. Los muertos son los hombres que viven en el mundo y le pertenecen. La vida en la infidelidad, la que ha ne gado la fe al Revelador es llamada aquí muerte. La vida verdadera, la escatológica y divina, consiste en “oír la voz...”. Sobre él permanece la ira de Dios (3,36). La ira de Dios , que en la concepción apocalíptica se pondría de relieve en el juicio del último día. Esta ya en acción sobre aquel que rehúsa creer. Dos cosas acentúa el cuarto evangelio al recurrir a esta expresión: en primer lugar que, en modo alguno, renuncia a la esperanza del futuro y, ade más, que renuncia a describir el futuro de la fe con la terminología apocalíptica. La esperanza de la apocalíptica judía tardía, y también cristiana, es interpretada en forma radicalmente nueva y elaborada en una escatología presente 4. e) Lo cósmico convertido en existencial Para hablar del juicio Juan renunció al pavoroso escenario cós mico. Eljuicio se realiza aquíy ahora , por la actitud del hombre ante el Revelador, ante sus palabras y exigencias. Pero el juicio es sólo una parte del tema escatológico. Su fundamento último está en el aconte cimiento de la revelación. No tanto en sus enunciados marginales y 4 S. SCHULZ, Das Evangelium nach Johannes, en DTD , Góttingen, 1972, 71 en el comentario a Jn 3,36 donde dice: “Der Tod ist nicht das Ende des Glaubens, sondern der Glaube das Ende des Todes”. 286 NAT. GRACIA LV11 2/mayo-agosto, 2010, 267-338, ISSN: 0470-3790
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz