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VIDA CRISTIANA Y EXISTENCIA ESCATOLÒGICA La anticipación mencionada se concretó en el misterio de la muerte y resurrección de Jesús. Esto, a la vez que sitúa el ésjaton en la historia, impide, debido a la dimensión del misterio al que nos hemos referido, una cosificación o cuantificación del ésjaton (el aconteci­ miento último) en las ésjata (=las cosas o realidades últimas). En di­ cho acontecimiento escatológico, que es el Hijo de Dios, el ésjaton en sentido estricto y auténtico, se realiza el juicio del mundo. Si la fe en este acontecimiento proporciona la vida, la negación de la fe, la infi­ delidad, motiva la exclusión de la misma. La suerte eterna del hombre se decide en la alternativa de fe-infidelidad. En la decisión frente a la persona del Revelador se juega la suerte del futuro. Seguimos en la óptica de la evaluación continuada o progresiva. El ésjaton es una realidad distinta de la historia humana, es futu­ ro, trascendencia, pero, al mismo tiempo, actúa dentro de la historia, es también presencia e inmanencia. Las posiciones que hasta ahora han tenido más acogida son aquellas que han logrado de algún modo mantener unidos estos dos aspectos: el del “ya sí”, pero “todavía no”, de O. Cullmann y la escatología de la realización. La predicación de los mensajeros de Jesús es un acontecimiento escatológico, lo mismo que la actividad de Jesús y que su anuncio y enseñanza. La cosecha del trabajo misionero es la cosecha escatológi- ca: “El qu e siega recibe el salario y recoge elfru to p a r a la vida eterna , p a r a qu e se alegren jun tam en te el sem b rad or y el seg a d o r”(Jn 4 , 36). La cosecha es para la vida eterna. Si la venida de Jesús al mundo es el acontecimiento escatológico, todo lo que ocurre como consecuen­ cia de esta venida es acontecimiento escatológico. Para este aconte­ cimiento escatológico no son válidas las reglas del hacer humano. La alegría del sembrador y del segador, es decir, el tiempo de la semen­ tera y el de la cosecha coinciden. 2 Q) In se p ara b ilid a d d e l p re se n te y d e l f u t u r o Aludimos a un pensamiento que ha sido destacado en el pun­ to anterior por intérpretes cualificados del evangelio, en especial por NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 267-338, ISSN: 0470-3790 2 8 1

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