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VIDA CRISTIANA Y EXISTENCIA ESCATOLÒGICA pero sólo incoativamente. El reino de Dios está presente y sigue ocul­ to; la escatología ha hecho acto de presencia y dirige nuestros ojos hacia el futuro. La esperanza cristiana, el Reino y la escatología están totalmente aquí y totalmente fuera de aquí. Aquello que ya es una realidad sigue siendo objeto de realización con miras a la perfección o a la consumación plena. La escatología, particularmente la p erson al , subraya singular­ mente su fundamento en el amor de Dios manifestado en Cristo y que nos ha unido a él con vínculos indisolubles (Rm 8,35-390- El cuarto evangelio expresa la misma certeza refiriéndose a la vida etern a , que nadie podrá quitársela a aquellos a los que él se la ha concedido por encargo del Padre (Jn 10, 27-30). Esta relación vital, iniciada en nues­ tro discipulado de adhesión a Cristo, es como una prolepsis o antici­ pación cuyo sentido pleno tiene que ser realizado. Jesús, que alcanzó la máxima perfección de vida en la resurrec­ ción, hará partícipes de ella a los suyos: “Queridos míos, desde a h o ra somos y a hijos d e Dios, y aún no se h a m an ifestado lo qu e seremos. Sabem os que, cu an d o se manifieste, seremos sem ejantes a él p o rqu e le veremos tal com o e s ” ( ljn 3,2); en él y en ellos se da Uuna vida p a r a D ios”(Rm 6,10-11). El texto más explícito y significativo es el que nos habla de buscar las cosas de arriba, puesto que hemos resucitado con Cristo (Col 3,1-4). La plena liberación, de la que nos hablan los textos paulinos y los joánicos, supone la a c ción última d e Dios que, en nuestra muerte, termina con una forma de vida in c ap a z d e p e rm an ec e r p a r a siem ­ p r e e inicia otra que tiene todas las virtualidades necesarias para po­ der permanecer para siempre. Sólo la intervención última de Dios en nuestra vida es c a p a z d e liberarla del señorío d el p ecad o. Y sólo la intervención última de Dios en nuestra vida es c a p a z d e h a c e r qu e nuestra san tificación a lc a n c e p len am en te su fin a lid a d , liberándola de todo tipo de mixtificación pecaminosa. Esta doble liberación es la que lleva a los creyentes a la vida eterna en Cristo. La vida eterna no es con tinu idad d e la temporal. Esto significaría inmortalidad, no vida eterna. La vida eterna consiste en la p erfección NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 267-338, ISSN: 0470-3790 277

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