PS_NyG_2010v057n002p0203_0265

CONTRIBUCIÓN AL REARME MORAL EN TIEMPO DE CRISIS quieren solucionar los problemas eliminando a los no culpables. Se olvida que la violencia engendra violencia y que un gobernante vio­ lento crea violencia. Alguien tiene que surgir pidiendo justicia ante la muerte de los inocentes. Por mucho que se quiera justificar, ni la venta de armas ni el aborto pueden ser un comportamiento ético propio del hombre desarrollado, aunque se legalicen. Pertenece, más bien, a la dimensión de un hombre que camina hacia las cavernas. Con esto nos dirigimos hacia la decadencia de la edad posmoderna. En resumen, hay un humus que preocupa detrás de estos acon­ tecimientos. Nos referimos a aquel aspecto de esta cultura que pre­ coniza la indiferencia hacia los valores, hacia los otros y hacia el futuro. Hacia los valores, en cuanto se ha ido extendiendo una ne­ gación ética y un ocultamiento de evidencias éticas. Hacia los otros, porque se les quiere lejos de nosotros, ya que interesa lo inmediato. La aparición de la segunda vivienda lejos de la ciudad evidencia esto que decimos. Y frente al futuro, en cuanto se vive sólo del presente y de lo cotidiano. Una cultura de la indiferencia se caracteriza por el rechazo del riesgo (económico, familiar, religioso), se huye de la con-división, se prefiere estar en el anonimato y pasar desapercibi­ do, y por el rechazo de la convulsión afectiva (se huye de los conflic­ tos afectivos: véanse las crisis matrimoniales, los cambios frecuentes de personas en comunidades y grupos, etc). Varias son las causas de esta cultura de la indiferencia: la multipli­ cidad de mensajes que bombardean al hombre de hoy se centran en la muerte, en los horrores de la guerra y en el sufrimiento. Ante ello, la indiferencia respecto a los valores y al compromiso afectivo es un mecanismo de defensa para evitar posibles neurosis. 4. HACIA UN FUTURO OPTIMISTA Si antes lo demostraba la razón, son ahora los hechos los que están demostrando que, sin unos principios y valores morales segu­ ros, ciertos, firmes y compartidos, es imposible establecer la mínima NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 203-265, ISSN: 0470-3790 247

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