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ÁNGEL GALINDO ha pasado del campo de la utopía y del proyecto a la realidad de mu­ chos matrimonios. La conciencia “urbana” moderna vincula teóricamente el matri­ monio más a la vida conyugal y menos a la procreación, y se da menos importancia al hecho conyugal como hecho jurídico y como sacramento. Si a ello se une una paternidad poco responsable por la que se procrean los hijos, muchas veces no deseados ni queridos, hay que reconocer que una multitud de niños nacen sin aquel amor que permite aceptar la vida con confianza y serenidad, y muchas familias tienen la tendencia a vivir en tensión las dos dimensiones de la vida familiar, la del matrimonio y la de los hijos. Pero, por otra parte, la oportunidad de hacer de la pareja y de la familia un ‘nosotros’ con capacidad de participación dentro de la ins­ titución familiar y el deseo de asentar su estabilidad en el amor y en las relaciones interpersonales, más que en la ‘atadura’ jurídica, hacen que la familia ‘urbana’ aparezca como una entidad social autónoma con fuerza dentro de la sociedad civil. 3 . 9 . E l un iv ersa lism o fr en t e al r ed u c c io n ism o n a cio n a lista Por otra parte, Europa ya no se conforma con sus propios lími­ tes. La cultura occidental, hija de este continente, llega hasta América, pero lo propio de Europa es su apertura al mundo. Es una necesidad europea el salir de sus nacionalismos y, pensando sobre sí misma y sobre su origen e historia, buscar o no abandonar sus conexiones con el mundo abriéndose a lo universal. Se trata de buscar la unidad en la diversidad desde su apertura a la globalidad. Un peligro de la Europa actual es el de olvidar que, según el pen­ samiento cristiano, todos los hombres formamos una gran familia, la de los hijos de Dios. Por ello, cada cristiano tiene la grave obligación lia y moral sexual, en AA.W., Familia en un mundo cambiante , Salamanca, UPSA, 1994 . 242 NAT. GRACIA LVII 2/mayo-agosto, 2010, 203-265, ISSN: 0470-3790

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