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JORGE FRANCISCO AGUIRRE SALA por consiguiente, de un modo cierto, un serpor encima del cual no se puede imaginar nada, ni en el pensamiento ni en la realidad ”20. El pensamiento moderno no duda de la existencia como una perfección. Pero de ahí a ser una perfección necesaria en Dios o en su descripción, tal y como hoy se interpreta a Anselmo, resultaría un juicio anacrónico. La lógica, necesariamente condicionada a la uni vocidad de los términos, no puede, p e r se , concluir la existencia de su objeto por condición de su comprehensión. La univocidad de la lógica impide ver su propio deseo y esfuerzo por alcanzar la preciada conclusión: Dios existe. Esta miopía es padecida por algunos comentadores contempo ráneos: no consideran a Dios un objeto susceptible de existir o no, porque si no existe necesariamente “no hay nada que su concepto pu eda significar”21. A ellos parece pertinente replicar con las preci siones c) y d) anotadas supra. Y además señalarles, que al suponer la existencia de Dios al modo de un concepto, no entienden nada del pensamiento de Anselmo; particularmente del maius , pues según la propia congruencia, nada habría por arriba de Él para juzgarlo. Él mis mo no es un concepto: el maius no cabe como “uno apto para existir en muchos”. Por tanto, efectivamente, “no hay nada que su concepto pueda significar”, pues Dios, en cuanto maius ni es concepto, ni con Él se busca significar algo. El espíritu anselmiano atiende mayormen te al sentido referencial del maius que el de la comprehensión de “Dios”; por ello el texto desecha el término “Dios”y prefiere utilizar el maius. No toma el concepto ni adopta una descripción definida. Sino que, una vez comprendido, hace entender que su sentido no se con fina al entendimiento y, por tanto, también está en la realidad. Eso es, a juicio de Anselmo, lo peculiar de su prueba. Ahora bien, equiparar mentalmente el maius a Dios es cuestión de creer en Dios como el mayor pensable, equivalencia menester de probar. 20 ANSELMO. O.c., 366. 21 Tal es el caso de M. CABRERA VILLORO, Sobre el argumento ontológico; historia de su defensa , en Revista de Filosofía U1A. 54 (1985) 381, quien sigue de cerca a Platinga y Hartshorne en su The ontological argument, N.Y., Macmillan. 138 NAT. GRACIA LVII 1/enero-abril, 2010, 129-151, ISSN: 0470-3790
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