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PROTRÉPTICOS: LAS EXHORTACIONES A LA FILOSOFÍA. lugar es capaz de experimentar los más excelsos placeres. Podemos imaginar al epicúreo disfrutando de la tranquilidad del jardín de ma nera semejante al Diógenes recostado al sol que no desea nada de Alejandro sino que se aparte para no privarle de esos preciados ra yos de sol. El filósofo de Sínope se asombra de lo poco que necesita cualquier animal para satisfacer sus necesidades y de los continuos excesos de una sociedad cuyos integrantes, a pesar de ello, parecen siempre preocupados e insatisfechos. Según escribe Epicuro: “ los alimentos frugales proporcionan el mismo placer que los exquisitos, cuando satisfacen el dolor que su fa lta nos causa, y el pan y el agua son motivo del mayor placer cuando de ellos se alimenta quien tiene necesidad” 44. Y es que unada es suficiente para quien lo suficiente es poco ”45. Es precisamente en la sencillez, que también se deja notar en los medios de expresión de Epicuro, las máximas y las cartas, donde radica la universalidad de su pensamiento y sus, aún hoy, sugerentes propuestas. Y aunque los grandes constructos metafísicos de Platón y Aristó teles y su ligazón entre ética y política son rechazados, Epicuro com parte con aquéllos la idea de que la reflexión debe situar al individuo por encima de las superfluas necesidades creadas (lo que él denomi nó placeres no naturales ni necesarios), como el ansia de riquezas, de fama o de poder. Si el pensamiento nos muestra que la muerte nada es para nosotros y los dioses no se ocupan de este mundo y no juzgan ni castigan, sería necio no vivir de acuerdo con lo que nos marcan la na turaleza y la razón, que no es otra cosa que una conducta sencilla, que rechaza los excesos y las falsas opiniones y que calcula, de acuerdo con la (})póvr|ai(;, según se dijo, los placeres y dolores, que los sopesa y elige así aquello que reporta un mayor beneficio para el individuo. No obstante las diferencias señaladas, y enlazando así el final con el principio de este trabajo, hemos de volver a Sócrates para recordar algo importante; y es que, a pesar de la unión de lo ético y político en la época clásica y el sometimiento del propio filósofo a unas leyes que le condenan injustamente, su ejemplo mostró que, sea en una 44 EPICURO, D. L., X, 130-131. 45 EPICURO, M áxim as Capitales , 68. NAT. GRACIA LVII 1/enero-abril, 2010, 103-128, ISSN: 0470-3790 127
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