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IGNACIO GARCÍA PEÑA 3. LA EXHORTACIÓN DE EPICURO EN LA CARTA A MENECEO A pesar de que solamos considerarlo pensador de una época posterior, Epicuro nació y vivió muy pocos años después de Aristó teles. Es cierto, no obstante, que, después de Alejandro y las invasio nes macedónicas y el fin de una democracia que había durado casi doscientos años, las circunstancias cambiaron lo suficiente como para hablar de períodos distintos. Al margen de lo social y político, en lo doctrinal casi siempre se tiende a explicar a Epicuro, más allá de la semejanza con el ato mismo de Demócrito, en contraposición con las ideas de Aristóteles y, más comúnmente, de Platón. Al contrario que estos dos grandes pensadores, abogaba por la atención casi exclusiva a las sensacio nes, negando todo valor a la especulación y la contemplación, a la Geopíoc. Sin embargo, y a pesar de las notables diferencias, tanto so ciales como estrictamente intelectuales, el conocimiento y la filosofía siguen constituyendo ese ideal al que el hombre debe aspirar en aras de su felicidad. Es por todos conocida aquella afirmación de Epicuro según la cual “el placer es principio y fin de la vida feliz !,38. Aunque sabemos también que esto no supone una exhortación a la vida disoluta, asen tada como está en un concepto de placer radicalmente diferente del defendido por Aristipo y los cirenaicos. Y, a diferencia de lo que ha bían postulado los filósofos anteriores, “ el rasgo distintivo de su hedo nismo es la negación de todo estado o sentimiento intermedio entre placer y dolor. El placer y el dolor están relacionados uno con otro, no como contrarios, sino como contradictorios. La ausencia de uno entraña la presencia del otro ”39. Así, la ética epicúrea será fundamen talmente negativa, en la medida en que los placeres se alcanzan con la sola supresión del dolor. Y, como lo natural impone unos límites fácil mente reconocibles a la acción humana y el bien es fácil de conseguir, la purgación de las ideas que causan temor y turbación a los hombres será la tarea que Epicuro se imponga a sí mismo. La ausencia de dolor 38 EPICURO, D. L.,X, 128. 39 LONG, A. A Lafilosofía helenística , Madrid, Alianza, 1994, 70. 124 NAT. GRACIA LVII 1/enero-abril, 2010, 103-128, ISSN: 0470-3790
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