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IGNACIO GARCÍA PEÑA Aristóteles; el que, como hemos mencionado, en diálogos como Po lítico y Filebo , busca la conciliación de los patrones inteligibles con las cambiantes circunstancias y que toma en consideración el arte de la medida, lo apropiado, lo conveniente, el momento oportuno y el término medio33. Aubenque nos explica con precisión la semejanza y diferencia entre ambos pensadores a este respecto: “el p ruden te no es, pues, el pu ro empírico, qu e vive a l día, sin principios y sin p ers pectivas, sino el h om bre d e am p lia m irada, el h eredero ¿fe/ouvoTrriKÓc; p latón ico; p e r o lo qu e ve es una totalidad concreta - e l bien total d e la com u n id ad o d el individuo-, y no aqu ella Totalidad abstracta y, según Aristóteles, irreal qu e era el mundo p latón ico d e las I d e a fM. Los últimos fragmentos del Protréptico , algunos de los cuales han sido ya mencionados, se dedican a mostrar que la filosofía es la aspiración más elevada del ser humano, dado que la sabiduría que proporciona constituye la virtud de nuestra parte más excelente, de lo racional que hay en el alma. Encontramos constantes alusiones a la vista y la sensación, los cuales serían deseados aun cuando de ellos no se derivase ninguna otra cosa, en claro paralelismo con lo que encon traremos en el inicio de la Metafísica. En consecuencia, es necesario que la vida contemplativa sea la más placentera de todas. Recapitulando, diremos que, existiendo los bienes externos, cor porales y del alma, estos últimos son los mejores, puesto que quien carece de entendimiento y sensatez ni siquiera puede disfrutar los primeros, sabiendo ya que la posesión de poco vale sin el uso y que la felicidad requiere de ambos. Además, “en cuan to a las cosas p o r 33 He intentado analizar brevemente este aspecto de la filosofía platónica en: GARCÍA PEÑA, I., La filosofía como arte de la medida en Platón , en Anales del Seminario de Historia de la Filosofía 24 (2007) 7-41. Compárese la teoría aristotélica con este fragmento platónico: “la leyjamás podría abarcar con exactitud lo mejor y más justo para todos a un tiempo y prescribir así lo más útil para todos. Porque las desemejanzas que existen entre los hombres, así como entre sus acciones, y el hecho de que jamás ningún asunto humano -podría decirse- se está quieto, impiden que un arte, cualquiera que sea, revele en ningún asunto nada que sea simple y valga en todos los casosy en todo tiempo ” (Político , 294a-b). 34 AUBENQUE, P., Laprudencia en Aristóteles , O. c., 69. 122 NAT. GRACIA LVII 1/enero-abril, 2010, 103-128, ISSN: 0470-3790
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