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PROTRÉPTICOS: LAS EXHORTACIONES A LA FILOSOFÌA. a c e r c a d e estas cuestiones no olvide qu e todas las cosas bu enas y p r o ­ vechosas p a r a la vida d el hom bre dependen d el uso y d e la a c c ión , y no sólo d el conocim ien to ( ...) y lo m ás importante d e todo, tampoco vivimos bien p o r con o cer algunas p rop ied ad es d e los seres, sino p o r o b ra r bien, pu es en eso consiste verdaderam en te serfeliz!m . Así pues, podríamos ver a Aristóteles, más allá de Sócrates y Pla­ tón, como impulsor de la separación entre la teoría y la práctica, entre contemplación y acción, disociando así lo que había unido en el Pro- tréptico. Sin embargo, creemos que tal imagen no se ajusta a la reali­ dad. La vida teorética sigue constituyendo un ideal y una aspiración, a pesar de lo cual la deliberación y la prudencia continúan desempe­ ñando un rol fundamental en la conducta del individuo: “ Aristóteles no op on e la una a la otra, sino qu e m an tiene am bas, la vocación contemplativa y la exigencia p ráctica. Pero ésta no encuen tra y a en aqu élla su m odelo y su guía, y d eb e bu scar en su p rop io nivel una n orm a que, sin embargo, no d eja d e ser intelectual o “d ian o è tic a ”. La p ru d en c ia representa menos una disociación entre la teoría y la p rá c tic a y la revan cha d e la p rá c tica sobre la teoría qu e una rup­ tura en el interior d e la teoría m isma”02. En efecto, el conocimiento y la acción siguen necesariamente unidos, por cuanto aquél ha de determinar tanto los fines como los medios que ésta debe lograr. Lo que ocurre es que, a diferencia de lo afirmado en el Protréptico , el conocimiento teorético no es ya aquella guía infalible de la acción, sino “tan sólo” la virtud suprema del ser humano, el fin en sí mismo que hemos de perseguir, a pesar de que se haya roto su vínculo con la praxis del individuo. Ésta, por su parte, se basa en otro conocimiento, en esa (J)póvr|ai(;, puesta ahora al servicio de lo particular y cambiante, que es aquello a lo que nos enfrentamos constantemente en el ámbito de la acción. Esto, dicho sea de paso, por más que se considere un desarrollo propiamente aristotélico y un giro radical en la metafísica, epistemo­ logía y ética del estagirita, no está tan lejos de las concepciones del Platón anciano, de aquél con el que más vivamente trató el propio 31 ARISTÓTELES, Protréptico , 52. 32 AUBENQUE, P., La prudencia en Aristóteles , Barcelona, Crítica, 1999, 28. NAT. GRACIA LVII 1/enero-abril, 2010, 103-128, ISSN: 0470-3790 121

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