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PROTRÉPTICOS: LAS EXHORTACIONES A LA FILOSOFÍA. es tan drástico, es la de si en el Protréptico se defiende, a este respecto, una posición semejante a la del maestro. El conocimiento filosófico, se nos ha dicho, es fin conforme a la naturaleza, Kocia ctnxnv, mientras el político, que también necesita de esa sabiduría, no debe imitar legisla­ ciones existentes, sino actuar de acuerdo con “ unas pautas proceden­ tes de la naturaleza misma y de la realidad (zívólq opouc; ó é i ¿ tío tf|g c()uaecoc; aí)Tf|(¡ Km xf\Q áXr|0eia ) ”22, que le permitan juzgar lo que es justo y provechoso para todos, cuya exactitud viene otorgada, no por la experiencia sino por el conocimiento de “ las primeras entidades mismas (amüv t g j v iT p o r u G o v )” 23. La alusión a la naturaleza, la realidad y la verdad han de recordarnos, sin duda, muchos pasajes de la obra de Platón. No obstante, quizá el término cfíúoic; deba hacernos pensar que Aristóteles quiere fundar la acción en el conocimiento del propio or­ den natural de las cosas y no necesariamente en algo trascendente24. Aunque la influencia platónica es siempre destacable en el Protrép­ tico , no hay, desde luego, una alusión ciara a las Formas inteligibles del maestro. La mención de las primeras entidades y los principios sugieren ya la existencia de un vocabulario típicamente aristotélico (aunque, desde luego, no tan definido como en etapas posteriores), cuyas concepciones metafísicas difieren de las de Platón25. Y tampoco se debe perder de vista el hecho de que el fundador de la Academia, allá por el año 352, se encontraba cerca del final de su vida, lejos del 22 Ib., 47. 23 Ib., 48. 24 Guthrie (Historia de la Filosofía griega, Madrid, Gredos, 1993, VI, 95), que comparte en buena medida las tesis de Jaeger a propósito del platonismo de Aristóte­ les, nos ofrece una serie de pasajes ( Fedro , 248b; Parménides, 132b; República , 537c y 612a; Teeteto , 174e-174a) en los que Platón emplea el término 4>úol<; aplicándolo claramente a las realidades suprasensibles y no a aquello “ que tiene en sí mismo el principio de movimiento y reposo ” (ARISTÓTELES, Física , 192b). 25 A pesar de esto, reconozco que, al menos a propósito de un fragmento, el 48, Jaeger parece llevar razón. 1Sólo alfilósofo le corresponde la imitación de las pro­ pias entidades exactas, pues es un contemplador de ellas, no de sus imitaciones. Y es que, aunque Aristóteles no hace mención explícita de lo “en sí” (aúm), la imitación ((!L|ir)oi<;), que siempre ha de serlo de un modelo (Trapáóeiy^ux), alude a la dependencia ontològica de lo sensible respecto a lo inteligible, como tantas veces leemos en Pla­ tón. NAT. GRACIA LVII 1/enero-abril, 2010, 103-128, ISSN: 0470-3790 117

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