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IGNACIO GARCÍA PEÑA Según esto, habrá necesariamente una jerarquización, una sub ordinación de lo inferior e instrumental, como los bienes corporales, a lo superior que constituye un ñn en sí mismo, como los bienes del alma y, en particular, los de la parte racional. Podríamos apoyarnos en la autoridad de Pitágoras o Anaxágoras, que ya establecieron que la vida teorética, contemplativa, es la más elevada y mejor para el hom bre. Contemplar es lo que hacen también quienes disfrutan de su exis tencia ultraterrena en las Islas de los Bienaventurados, tantas veces mencionadas por Platón siguiendo la tradición órfico-pitagórica. Pero Aristóteles se esfuerza siempre por ofrecer una argumentación apro piada, que responde de manera brillante a los ataques de Isócrates. Por otra parte, la preocupación de todo estudiante adolescente con siste en conocer la utilidad de los conocimientos filosóficos, a quien el estagirita ofrece un poderoso razonamiento: se ha de distinguir lo bueno de lo necesario. Esto último, es decir, las cosas sin las cuales nos es imposible vivir, no son sino concausas, que efectivamente con tribuyen a un mismo fin, el mantenimiento de la existencia del indi viduo. Las deseamos, en tal caso, no por sí mismas, sino en virtud de algo diferente, “ mientras que las que queremos por ellas mismas sin que de ellas se siga ninguna otra cosa , las llamamos con propiedad “buenas ”. Y es que esto no es deseablepor aquello, y aquello en virtud de otra cosa, y prosiguiendo así basta llegar al infinito, sino que la serie se detiene en algún punto. Es ya, por tanto, del todo ridículo demandar de cada cosa otro provecho más allá de la cosa misma, y preguntar: “¿qué provecho tiene, entonces, para nosotros?”y “¿qué utilidad tiene?”Pues en verdad, como decimos, quien habla así no parece ser el que conoce lo belloy lo bueno ni el que distingue la cau sa de la concausa ”15. Por eso, filosofar es la actividad más excelente, lejos de cualquier servidumbre o uso instrumental, ya que se busca por sí misma. No engendra ninguna otra cosa diferente de sí misma, como es característico de las ciencias productivas. Siendo así, y pues to que constituye la mejor actividad, la virtud o excelencia de la parte más elevada y divina que hay en el hombre, quizá no deberíamos decir que la felicidad se deriva de la sabiduría sino más bien afirmar su 15 Ib., 42. 114 NAT. GRACIA LVII 1/enero-abril, 2010, 103-128, ISSN: 0470-3790
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