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MONTSERRAT BARTOLOMÉ LUISES vincula a su capacidad de dirigirse y observar lo diverso y diferente. La relación del hombre con los otros hombres y con las cosas no se limita a la comunicación lingüística sino que son necesarias la contracción y transformación en un sentido pleno. Las contracciones se determi­ nan porque el alma se recoge en sí misma y provoca una originaria disposición pasiva por las facultades intermedias de la imaginación que deciden el destino del conocimiento. La contractio depende de la actitud en el momento pasivo del conocimiento, en la recepción de los fantasmas de la imaginación. Es el hombre el que decide si quiere elevarse al grado más alto del conocimiento, a la contemplación de la divinidad. El alma se recoge en sí misma para potenciar sus capacida­ des cognoscitivas y operativas que se unen entre sí por la identidad de la naturaleza para descender a la pluralidad de géneros y especies y a la multiplicidad indiferenciada de los individuos, que cristalizan la emanación divina, y para ascender a la fuente y origen de todo. Desde la óptica de la divinidad, la contractio es su especificación y diferen­ ciación. En el proceso de ascenso se trata de pasar de los individuos a las especies, de éstas a los géneros y especies inteligibles para llegar a la unidad originaria. En cada grado se actualiza lo que está en po­ tencia para alcanzar un nivel superior de conocimiento y recuperar la unidad perdida del proceso de descenso, donde lo divino se escinde en varios grados del ser. En la contractio , la unidad se determina en su caída gradual en la pluralidad y, a su vez, se restablece partiendo de lo múltiple. Cada grado del conocimiento es la realización de la convergencia entre potencia y acto. El entendimiento transformará lo sensible en especies inteligibles, elevándose en el proceso de la contracción hasta alcanzar la identidad de potencia y acto. Cuanto más se aproxime la potencia al acto, menor será su posibilidad de ser algo distinto de aquello que es. Sólo en el infinito, la actualidad de la potencia es pura potencia y no puede obrar de otra manera en su proceso de actualización. El nudo indisoluble de inmanencia y trans­ cendencia queda garantizado por la coincidencia de los contrarios y su disolución gradual en la contractio hasta alcanzar el compuesto individual de potencia y acto. En el proceso cognoscitivo, el momento pasivo y el activo son in­ separables, y la forma por excelencia de esta unión es la contracción. 88 NAT. GRACIA LVII 1/eneroabril, 2010, 53-99, ISSN: 0470-3790

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