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MONTSERRAT BARTOLOMÉ LUISES to comprende las esencias comunes de las intenciones singulares70. La fantasía permite sobrepasar los límites de la memoria, confiriendo aspectos sensibles, memorables, a los conceptos más abstractos. En la segunda parte del Ars memoriae elabora reglas prácticas y un alfabeto de imágenes que exprimen cada palabra del lenguaje común de un modo concreto. Desarrolla temas propios de la tradición mnemóni­ ca, y detalla las reglas para plasmar espacios interiores ( subiecta ) ca­ paces de acoger en sí imágenes simbólicas ( adiecta ), ordenadas por un instrumento adecuado ( cogitativa ), que introduce un principio de orden numérico en el fluir intrínseco de las imágenes. Alrededor de un número determinado de sujetos primeros ( subiecta ) se hallan las imágenes centrales como verdaderos puntos locales ( loci ) en los que se sitúan y articulan los sujetos segundos ( adiecta ) como imágenes cercanas (imagines), en un mecanismo de integración y desintegra­ ción, de proximidad y lejanía, de acuerdo con el sistema operativo de la memoria. El sujeto primero comprende la unidad infinita y se presenta como caos, el lugar sin orden, en el que la multiplicidad de elementos no se puede coordinar71. La naturaleza del caos es por sí misma ajena a la cantidad y cualidad. El caos es semejante a una nube que cambia de forma sin interrupción, debido a que los vientos la empujan sin cesar. Esta fuerza inagotable origina la pluralidad y la transformación de las formas72. El origen de las imágenes es, pues, el 70 Cf. G. BRUNO, O. c., 91. En el origen de la naturaleza cognoscitiva hay un caos numérico de elementos simples que se deben secuenciar y ordenar por interva­ los, en los que se deben imprimir figuras (signos del Zodíaco) y formas memorables (imágenes del Zodíaco). En este proceso unitario de formación y exploración numé­ rica prevalece la cantidad sobre la cualidad, ya que, para Bruno (O. c., 95-96), en la cantidad (números y medidas) subsisten la mayor parte de las cualidades, lo que se debe tener en cuenta para ganar orden en la memoria natural, estableciendo una disposición numérica a la diversidad sensible, de suerte que la sensibilidad de los lugares, dada por la impresión de imágenes, adquirirá pleno sentido. 71 Cf. G. BRUNO, O. c., 12. 72 Cf. G. BRUNO, O. c., 67-68. Para Bruno, Candelaio, O. c., 22, el caos es una de las condiciones fundamentales en la escala del ser. En el Lampas triginta statua- rum, O. c., 9-10, 12-14 y 93, el abismo es la imagen del caos, que es el principio de todas las formas confundidas y mezcladas, y en el que la multiplicación de formas es impulsada hacia el infinito, en un engranaje combinatorio de unión y separación, 7 8 NAT. GRACIA LVTI 1/enero-abril, 2010, 53-99, ISSN: 0470-3790

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