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MONTSERRAT BARTOLOMÉ LUISES sombras. El mundo interior del hombre se puede configurar como un reflejo del dinamismo universal. El Uno se explica en el cosmos por su múltiple difusión en la escala del ser, que supone un movimiento de contracción aprehensiva del alma. Polemizando con Platón67, afir­ ma que hay ideas de todas las cosas, de suerte que el hombre puede ascender, de un modo progresivo, desde cualquier sombra interior hasta su idea originaria. Las ideas son sombras de la idea infinita, se hallan entre la luz y las tinieblas y pueden ser pensadas y recordadas si son revestidas de formas sensibles aptas para las capacidades cog­ noscitivas. “Así como las ideas son las formas principales de las cosas, de acuerdo con las cuales se forma todo lo que nace y muere; y no sólo tienen relación con aquello que se genera y se corrompe, sino también con aquello que puede ser generado y morir; así también es cierto que hemos de formar en nosotros las sombras de las ideas, cuando admi­ ten talfacultad y plasmación de ser adaptables a todas las formacio­ nesposible s”68. 67 La afirmación de la existencia de entidades imaginarias procede de la ten­ dencia del hombre a sobrevalorar el resultado de su abstracción y conceder realidad autónoma al concepto, considerándolo una entidad diferente de sus manifestaciones. Para Platón, el Bien se halla más allá del ser, y es el máximo y más elevado funda­ mento de la realidad y del conocimiento; por el contrario, el ser empírico pertenece a la esfera del más y del menos. El lugar del alma es el ser y el devenir, puesto que es incapaz de renunciar a la pureza de la idea y a las apariencias sensibles. Un saber riguroso permanece siempre idéntico a sí mismo. El conocimiento científico es ajeno a la limitación temporal de la mutable multiplicidad, cuya descripción sólo es posi­ ble por un lenguaje mítico. La tendencia del alma es la contemplación de las Ideas, pero también la de conocer lo sensible. Ni el pensamiento ni la percepción del alma coinciden con el contenido de lo pensado y de lo percibido. El alma se mueve entre el mundo de lo real y el de lo aparente, mas no se afirma en ninguno de los dos. Para Platón, PLATÓN, Fedón, 2a ed., ed. Luis Gil, Madrid, Guadarrama, 1974, 99D ss., 215 ss.; La república , ed. J. M. Pabón y M. Fernández, tomo III, Madrid, Instituto de estu­ dios políticos, 1969, 523a ss., libro VII, 16 ss., la íntima contradicción entre algunas percepciones sensibles impide que el alma alcance la visión del ser y, aunque sería bellísimo el conocimiento sensitivo de las causas de todas las cosas naturales, sólo es posible obtener su verdad por el logos o la razón. 68 G. BRUNO, O. c., 51-52: “Sicut ideae suntformae rerumprincipales, secun- dum quas formatur omne quod oritur & interit: & non solum habent respectum ad id quod generatur &corrumpitur; sed etiam ad id quod generari & interirepotest. Ita 76 NAT. GRACIA LV1I 1/enero-abril, 2010, 53-99, ISSN: 0470-3790

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