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ALFONSO SALGADO RUIZ 2.4. Inteligencia emocional La inteligencia emocional es la habilidad que nos permite perci­ bir, comprender y regular nuestras emociones y las emociones de los demás. Es la inteligencia emocional y no la inteligencia “cognitiva” tradicional el factor que mejor predice el éxito futuro de una persona, y además, predice su felicidad: las personas con alta inteligencia emo­ cional alcanzan mayor éxito en la vida y se perciben a sí mismas como más felices que las personas con baja inteligencia emocional. El éxito profesional no depende de la inteligencia, sino de variables emocio­ nales y sociales. Los adultos que obtienen éxito profesional y perso­ nal en sus vidas no fueron aquellos niños con cociente intelectual más elevado, ni aquéllos con mejores rendimientos académicos, sino los que mejor supieron entender a los demás, los que se interesaron por las personas más que por las cosas y quienes construyeron redes sociales sólidas. De hecho, el desarrollo del concepto de inteligencia emocional se remonta al trabajo de Salvey y Mayer donde llaman la atención sobre un tipo de habilidad de manejo de las emociones que parecía distinguir a niños que alcanzaban niveles de excelencia aca­ démica y de relaciones sociales superiores a los de otros compañeros que contaban con un cociente intelectual más elevado. Los investigadores descomponen la inteligencia emocional en cuatro elementos: (1) percepción y expresión emocional , entendida como la capacidad de reconocer de forma consciente nuestras emo­ ciones, identificar qué sentimos y ser capaces de darle una etiqueta verbal, (2) facilitación emocional , o capacidad para generar senti­ mientos que faciliten el pensamiento, (3) comprensión emocional , que es la capacidad de integrar lo que sentimos dentro de nuestro pensamiento y saber considerar la complejidad de los cambios emo­ cionales, y (4) regulación emocional , entendida como la capacidad de dirigir y manejar las emociones tanto positivas como negativas de forma eficaz. Tradicionalmente, se ha pensado que las emociones deben que­ darse fuera a la hora de tomar decisiones y de actuar de forma eficien­ te pues invaden la razón y la nublan, de manera que las decisiones hay que tomarlas con la cabeza no con el corazón. La revolución pro­ vocada por la investigación en inteligencia emocional es precisamen- 28 NAT. GRACIA LVII 1/enero-abril, 2010, 7-51, ISSN: 0470-3790

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