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¿SER CREYENTE HACE FELIZ? humor y la risa permiten liberar tensiones, disipar las preocupaciones, relajarnos y olvidarnos de todo (Berk, 1989). Por su parte, la creatividad es la capacidad de crear, de producir cosas nuevas y valiosas. Es la capacidad que tiene el cerebro humano para llegar a conclusiones nuevas y resolver problemas en una forma original (Vera Poseck, 2007). La actividad creativa debe ser intencio­ nada y apuntar a un objetivo, y puede ser artística, literaria, científica o, lo que es más importante, simplemente cotidiana, si se desarrolla en el abordaje novedoso y poco habitual de los retos de la vida diaria. Como afirma Csickszentmihayi (1996), esta creatividad cotidiana pro­ bablemente no dejará huella en la historia de la humanidad, pero es en esencia lo que hace que la vida merezca la pena. La creatividad es un elemento importante para el crecimiento personal y para el progreso de la sociedad y es también, una de las estrategias fundamentales de la evolución natural. Es un proceso que se desarrolla en el tiempo y que se caracteriza por la originalidad, por la adaptabilidad y por sus posibilidades de realización concreta. Crea­ tividad es la producción de una idea, un concepto, una creación o un descubrimiento que es nuevo, original, útil y que satisface tanto a su creador como a otros durante algún periodo. La creatividad, contrariamente a lo que se ha defendido durante décadas, no es un rasgo inalterable de personalidad que diferencia a unos individuos de otros de manera dicotòmica. Las investigaciones sobre creatividad indican que todos nacemos con una capacidad crea­ tiva que luego puede ser estimulada o no, de manera que el resultado es la interacción de una serie de factores personales, familiares y con­ textúales: características personales, habilidades cognitivas y socia­ les, conocimientos técnicos, circunstancias sociales y culturales y un contexto que favorezca nuevas expresiones, nuevas teorías y nuevos modos de actuar, y sea capaz de valorar su eficacia por los resulta­ dos sobre los objetivos propuestos y no desde posiciones apriorísti- cas de valoración (Amabile, 1983; Csickszentmihayi, 1996; Sternberg y Lubart, 1995). NAT. GRACIA LVII 1/enero-abril, 2010, 7-51, ISSN: 0470-3790 27

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