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ALFONSO SALGADO RUIZ En el asunto que nos interesa, tradicionalmente se aborda desde la psicología el fenómeno de la creencia religiosa como posible factor de riesgo en la aparición o agravamiento de ciertos problemas, como los delirios de contenido religioso o los rituales y obsesiones. En el mejor de los casos, se determinaba la forma que asume una fe reli giosa en personas mentalmente enfermas o vulnerables y hay cierto interés por determinar el componente anormal de ciertos estilos de religiosidad. Ahora bien, desde hace unos años, un nutrido grupo de investi gadores se aplican en desentrañar los fundamentos y aplicaciones de las emociones positivas, de los recursos y de las capacidades, no sólo para no enfermar sino incluso para alcanzar un desarrollo más ple no. A esa corriente de investigación se le denomina, quizás con poco acierto, Psicología Positiva. En palabras de sus pioneros, la psicología positiva es una rama de la psicología de reciente aparición que busca comprender, a través de la investigación científica, los procesos que subyacen a las cuali dades y emociones positivas del ser humano. El objeto de este interés es aportar nuevos conocimientos acerca de la conducta y la mente humanas no sólo para ayudar a resolver los problemas de salud men tal que adolecen a los individuos, sino también para alcanzar mejor calidad de vida y bienestar. Se centra, por tanto, en la construcción de competencias y en la prevención, más que en la enfermedad y el tratamiento, todo ello sin apartarse nunca del empleo riguroso de la metodología científica propia de todas las ciencias de la salud (Selig- man, 1998, 2000, 2003 y 2008, entre otras obras generales; Vázquez y Hervás, 2009; Vera Poseck, 2007, entre otros). En el asunto que nos ocupa, igual que la depresión no es sólo la presencia de emociones negativas, sino la ausencia de emociones positivas, es conveniente investigar el posible efecto protector de la fe y de un estilo de vida derivado de la misma, y estudiar en qué medida la apertura madura a la trascendencia y un estilo de vida derivado de ese mismo planteamiento puede convertirse en factor de bienestar, desarrollo personal y salud. Del mismo modo que existen técnicas te rapéuticas para incrementar las emociones positivas, debe abordarse 22 NAT. GRACIA LVII 1/enero-abril, 2010, 7-51, ISSN: 0470-3790
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