PS_NyG_2010v057n001p0007_0051

ALFONSO SALGADO RUIZ la memoria y otra la fabulación, una cosa es el pensamiento y otra el delirio. En este sentido, no hay base suficiente en la literatura científica que indique una relación negativa de la religión sobre la salud (Miller y Thorensen, 2003; Thorensen, 2004). Se sabe que la religiosidad pro- yectiva, neurótica, es un factor de riesgo para numerosos trastornos, o que acompaña a diferentes problemas psicopatológicos y es causa de dolor, de escrúpulo, de obsesión... del mismo modo que nume­ rosos informes sobre comportamiento y salud concluyen (1) que la fe religiosa es un factor protector para el consumo de drogas en po­ blación adolescente, y (2) frente a la aparición del trastorno disocial y negativista, o (3) que la creencia religiosa y la participación en la vida de una comunidad de creyentes contribuye a la rehabilitación de enfermedades físicas de tipo cardiocoronario u oncológico, entre otros (ver recapitulación y comentario de estos trabajos en Seeman et a l, 2003). Así, en una revisión sistemática de cuarenta y cuatro trabajos em­ píricos acerca de las relaciones entre religión y espiritualidad y salud (Powell et a l, 2003) los autores concluyen que (1) acudir a la iglesia y a los servicios espirituales protege frente a la mortalidad temprana, al mejorar los factores de protección, (2) la oración, la meditación y el culto frecuentes correlacionan como factores de protección frente a la enfermedad cardiovascular -por sus efectos tranquilizadores y su acción relajante parasimpática-, y (3) las actividades religiosas como la oración de contemplación, la meditación y la oración vocal pare­ cen afectar positivamente a la evolución de algunos tipos de cáncer, entre otros efectos positivos. Además, asistir a la iglesia y participar de actividades religiosas está asociado con el desarrollo de emociones positivas, no simplemente con la ausencia de emociones negativas (Seeman et a l, 2003). Esto se debe no sólo al posible apoyo social recibido, sino, también, a que estar en contacto con grupos religiosos (los estudios se centraron en católicos y otros cristianos evangélicos) permite al individuo observar y aprender por observación una gran variedad de comportamientos positivos, esperanzados, compasivos y de protección de unos y otros, así como actitudes y creencias que favorecen en gran medida un estilo de vida saludable. Como se ex- 16 NAT. GRACIA LVII 1/enero-abril, 2010, 7-51, ISSN: 0470-3790

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