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VOCACIÓN COMO RAZÓN DE SER llevando a una libertad imperfecta pueden ser un obstáculo para tal cooperación” (Rulla, 1987, 5-6). En Frankl (1989), el problema del sentido de la vida, de la exis­ tencia está esencialmente relacionado con el ser humano. Frecuente­ mente los pacientes buscan la psicoterapia en la tentativa de que el médico resuelva su necesidad espiritual. El principio de la autotras- cendencia, encontrado también en otros autores, forma parte de la esencia de la existencia humana, es decir, el hombre, al buscar el sen­ tido último de su existencia, se vuelve para la dimensión autotrascen- dente, aquella que apunta hacia algo que está más allá de sí mismo, es exterior a él y se encuentra en algo o en alguien. En un determina­ do momento, el discurso del autor se asemeja al de Rulla, cuando se refiere a la búsqueda del sentido de la vida, de la autorrealización a través de la donación, del acto de entregarse, sea por una causa noble o por amor a alguien. Por consiguiente, ponerse en cuestión el sentido de la vida no puede ser nunca de por sí expresión de lo que por ventura el hom­ bre tenga de doliente, a priori y sin más para hablar con propiedad, expresión del ser humano -expresión precisamente de lo que de más humano haya en él- (Frankl, 1989, 55-56). De acuerdo con Sartre (1943), la gran cuestión es la búsqueda del ser manifestada, el dualismo entre el fenómeno de ser y el ser del fenómeno. El fenómeno del ser, por lo tanto, se manifesta a to­ dos de algún modo, de una manera descriptible, revelándose de un determinado acceso inmediato. Entretanto, lo que a uno se revela, es o no de la misma naturaleza del ser de los existentes. El fenómeno siempre que sea posible puede ser ultrapasado para que llegue a su esencia. Es el acto de trascender del fenómeno de ser para la esencia del existente. Así, el fenómeno se pone como el objeto a ser aprehendido; la razón que se revela. En ese sentido, la relación objeto-esencia constituye un todo organizado, donde la esencia no está en el objeto, sino en el sentido que ese objeto pasa a tener (Sartre, 1943, 18-19). Es como si la simple revelación de la razón de ser significase solamente la apariencia, en cuanto que esa revelación en sí repre- NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 599-618, ISSN: 0470-3790 607

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