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ELISEUDO SALVINO GOMES rar los motivos como la causa principal de tal hecho: “Si el motivo no produce el fin, tal como la causa su efecto, es porque el fin viene a l mundo p o r el hombre. (...). En eso estará la verdadera libertad humana En el texto titulado, “ Cuestión de método”, Sartre, apud Mou- tinho (1995, 108), se refiere a la libertad así: “Como ese impulso en dirección a la objetivación que toma form a s diversas según los indi­ viduos, y como él nos proyecta a través de un campo de posibilidades, de las cuales realizamos algunas con exclusión de otras, llamamos a eso también de elección o de libertad A partir de Sartre, se concluye que los motivos que propicia­ ron la inclinación del Aspirante a la Vida Religiosa no representan un fin en sí, sino la prueba cabal de que el individuo tiene libertad para proyectar sus actos en un futuro que explicará las acciones del presente. La naturaleza de la vocación es esencialmente relacional, entre aquel que llama (Dios) y aquel que responde (hombre). Somos lla­ mados para promover la reconciliación. Esta llamada envuelve más que la capacidad de ejecución de proyectos de naturaleza religiosa, envuelve el arte de conducir a las personas a la experiencia de la oración y al encuentro con el Creador. Para descubrirse el “yo”, se hace necesaria una profundización en el plano de la consciencia. Inicialmente, se depara con los de­ seos, voluntades, esperanzas e inquietudes de cada persona, pero todavía no es el “yo”. Entonces, al sumergirse más profundamente en sí mismo (acto de transcender), llegamos a lo que Mounier llamó la “unificación progresiva” de todos los actos y estados propios de la persona. Esa unificación no es una llamada a la individualidad, sino a la integración. Es lo que recrea al hombre a partir de su interior, y es ese “principio vivo y creador a lo que llamamos en cada persona vocación”. No una vocación sistemática y abstracta, sino progresiva, en el sentido de un principio espiritual de vida. En Martins (1997, 67), se encuentra la definición de vocación ba­ sada en el pensamiento de Mounier, entendida por él como vocación unificante, aquella que es considerada como la “segunda dimensión 614 NAT. GRACIA LV1 3/septiembre-diciembre, 2009, 599-618, ISSN: 0470-3790

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