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DIÁLOGO DE LA IGLESIA CON LA SOCIEDAD Y LA CULTURA ACTUALES En todo caso, hay que tener presente que la diversidad de cir­ cunstancias y el cambio de las mismas significan que la evangeliza- ción implicará siempre renovación. El mensaje da también esta po­ sibilidad, como dice Pablo VI de modo expreso: “En el mensaje que anuncia la Iglesia hay ciertamente muchos elementos secundarios, cuya presentación depende en gran parte del cambio de circuns­ tancias. Tales elementos cambian también. Pero hay un contenido esencial, una substancia viva que no se puede modificar ni pasar por alto sin desnaturalizar gravemente la evangelización misma”34. Esto debe dar ánimos para llevar a cabo las reformas que sean necesarias e imprescindibles, buscando los medios más convenientes según las circunstancias. Y parece claro que habrá que ser decididos y hacer reformas importantes en lo que sea susceptible de reformar. La Iglesia ten­ drá que cambiar estructuras en la jerarquía y en la organización del ministerio. Sabemos que la edad media de los sacerdotes es cada vez más alta. Esto presenta un doble problema. En primer lugar, un gran número de sacerdotes son ancianos y no tienen ya fuerzas para afrontar una labor ardua, como la que tenemos por delante. Ade­ más, no están a la altura de las exigencias actuales ni la teología que estudiaron en su día ni los métodos que requerirá la nueva evange­ lización. A esto se añade el hecho de que no hay sustitutos, ya que hay una gran escasez de sacerdotes, religiosos y religiosas. Gracias a Dios, hay también muchos sacerdotes más jóvenes, con preparación y con mucho entusiasmo. Pero son del todo insuficientes para la labor de evangelización que tenemos por delante. Más que en otros tiempos, parece que se cumple aquel dicho del evangelio: La mies es mucha, pero los obreros son pocos. La iglesia parece que tiende a seguir con las mismas estructuras del sacerdocio, pensando que la crisis llegará tocar fondo y que volverá a haber suficientes vocacio­ nes sacerdotales y religiosas. Esto parece bastante dudoso. Pensamos que la escasez de sacerdotes para una nueva evan­ gelización exige una mayor actividad de los laicos. Desde el Con- 34 /fe, 352. NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 569-598, ISSN: 0470-3790 597

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