PS_NyG_2009v056n003p0569_0598
MODESTO BERCIANO cual la Iglesia quedaría excluida de todo poder político y se manten dría dentro de su ámbito, tanto privado como público. Esta doctrina es aceptada por la Iglesia. “La ‘san a la ic id a d ’ implica qu e el estado no considere la religión com o un simple sentimiento individual, qu e se p o d r ía con fin ar a l ám bito privado. Al contrario, la religión, a l estar o rg an iza d a también en estructuras visibles, com o su cede con la iglesia, se h a d e recon o cer com o p resen cia comun itaria pública. Esto supone, adem ás, qu e a c a d a con fesión religiosa (con tal d e qu e no esté en contraste con el orden m oral y no sea peligrosa p a r a el orden público) se le g aran tice el libre ejercicio d e las actividades de cu lto’50. Diferente es el laicismo. Éste tiene una larga historia de luchas, en los siglos pasados, de algunos reyes contra la hegemonía del pa pado. Se ha caracterizado por excluir todo influjo de la iglesia en la vida pública. En tiempos pasados el laicismo fue violento y radical. En tiempos recientes ha ido perdiendo su virulencia y ha sido susti tuido por la laicidad. ¿Qué tenemos en España? Creo que una actitud hostil, que se va acercando más al laicismo que a una sana laicidad. Parece bas tante obvio que existe un empeño en desarraigar de la sociedad la fe cristiana y los valores tradicionales éticos, religiosos y otros como el matrimonio y la familia, considerando familia y matrimonio unio nes que tienen poco que ver con esas realidades. Parece bastante claro que se pretende remodelar la sociedad y los ciudadanos según otros criterios, politizando todos los ambientes de la vida según una visión, desde el punto de vista religioso, por lo menos agnóstica, si no atea y hasta anti-teísta, según los casos y las personas que nos dirigen. Parece que lo que se quiere es construir un nuevo tipo de hombre, eliminando toda dimensión transcendente de la vida y todo valor ético objetivo, dejando la puerta abierta u un subjetivismo y relativismo moral, en el que la única norma sea el propio yo y los propios instintos. 30 BENEDICTO XVI, Discurso al 56 Congreso Nacional de Unión de Juristas Católicos Italianos , el 9 de diciembre de 2006. 594 NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 569-598, ISSN: 0470-3790
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