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MODESTO BERCIANO ayudar a persuadirse de que creer es razonable y así fortalecer la fe del creyente, como ya pensaba San Agustín. Por todo lo dicho, parece claro que el ateísmo es un problema complejo. Dar de él una definición etimológica y decir que ateísmo significa sin-Dios, o que es ateo el que niega a Dios, es fácil. Pero ¿qué hay que entender por Dios? O mejor ¿qué se puede entender, si Dios es -sobre todo para el creyente- el misterio infinito? Y si no se sabe lo que es Dios ¿qué sentido tiene decir que Dios no existe? Según la idea que se tenga de Dios, se considerará ateos a otros. Para nosotros, cristianos, Dios es un ser personal, creador de todo. Según esto ¿se podrá considerar ateos a los que afirmen como realidad suprema una Fuerza oculta que lo gobierna todo? ¿Se podrá considerar ateo el hinduismo? Y por otra parte, ¿se puede considerar ateo al que sin creer en Dios de manera explícita, lleva una vida honesta, busca el bien de los demás y admite valores éticos seme­ jantes a los valores cristianos? Y es que, en realidad, el problema de Dios no se “resuelve” en teoría, sino en la f e y en el amor, según nos dice San Juan: “A Dios nun ca lo h a visto nadie; si nos am am os unos a otros, Dios p e rm an e c e en nosotros’*9. Rahner hablaba en estos casos de “cristianos an ón im o s ’*°. Y en sentido contrario, recuerdo que en una clase este gran teólogo se equivocó, hablando de este tema, y dijo “ ateos an ón im o s”{en vez de cristianos anónimos). Y al oír que nos reíamos se dio cuenta de lo que había dicho y comentó: “También los h a y ”. Sin duda, hay muchos, que se dicen creyentes o católicos, en cuyas vidas Dios cuenta muy poco o nada. En este sentido, tradicionalmente se ha hecho división entre ateos teóricos y ateos prácticos. El ateísmo teórico consistiría en la negación doctrinal de Dios; el ateísmo práctico, en vivir como si Dios no existiera. Desde este punto de vista, será muy difícil apreciar las dimensiones del ateísmo. Pero esta última consideración no haría disminuir el fenómeno del ateísmo moderno, ya que pensamos que son muchos menos los no creyentes que se pueden llamar ateos anónimos que los creyentes en cuyas vidas Dios no cuenta. 19 IJn.4,12. 20 K. RAHNER, Escritos de teología VI, Madrid, Taurus, 1967, 535-544. 584 NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 569-598, ISSN: 0470-3790

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