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MODESTO BERCIANO El ateísmo tiene raíces filosóficas que vienen de atrás, que no son superficiales y que han tenido bastante difusión. Una versión más moderada de la ausencia de Dios en la cultura actual es el agnosticismo. Habría que decir que es más propio de personas intelectuales, que ante la dificultad tanto de la afirmación como de la negación de Dios, a causa de un no-saber, desde un punto de vista de la argumentación, no se pronuncian ni por el sí ni por el no. Esta era la postura es muy frecuente entre aquellos que aceptan sólo un conocimiento científico que esté verificado, por usar un concepto propio del neoempirismo o neopositivismo. Ésta era también la postura de Tierno Galván, según el cual nada era demos trable fuera de lo finito. Por lo tanto, el que afirme algo fuera de lo finito, deberá demostrarlo, según él. En realidad, el agnosticismo es una forma más de a-teísmo, de ausencia de Dios, en el sentido eti mológico de la palabra. Y lo es también en realidad, ya que muchas veces los agnósticos no sólo prescinden de Dios en la práctica, sino que lo niegan también en la teoría. En campo filosófico, esta postura ha sido superada sobre todo por la filosofía de la ciencia de Popper y otros, que han puesto de relieve los límites del conocimiento de la ciencia; límites que reconocen también importantes científicos14. Pero el agnosticismo metafísico y teológico sigue presente en gran des sectores. No cabe duda de que en la edad moderna han ido perdiendo fuerza los argumentos a favor de la existencia de Dios y se ha acen tuado la afirmación de los límites del conocimiento en este tema. En el protestantismo, esta tradición empezó ya en Lutero, quien negaba la posibilidad de toda teología natural o teología filosófica sobre Dios, el cual sería sólo objeto de fe. El punto filosófico más decisivo para esta tradición fue la crítica de Kant contra las pruebas de la existencia de Dios. La crítica de Kant a las pruebas se hace desde la razón pura. En este ámbito, Kant dice expresamente que la realidad de Dios “no puede ser demostrada por este camino, pero tampoco 14 Cf. K. POPPER, Lógica de la investigación científica, Madrid, Tecnos, 1985; ID., Conjeturasy refutaciones, Barcelona, Paidós, 1994. 582 NAT. GRACIA LVI 3/septiembre-diciembre, 2009, 569-598, ISSN: 0470-3790
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